Roque Namur, leyenda (parte II)

Ya presentamos una primera parte de esta crónica. Y ahora la cerramos. Todo se originó en 2006, cuando Motorplus Tucumán era una publicación impresa. Aquel año, en la sección “Leyendas”, entrevistamos a Nicolás Roque Namur, en lo que se constituyó en la última nota que dio en vida uno de los más grandes pilotos tucumanos.

De aquella publicación, extensa, muy rica en conceptos y recuerdos, presentamos una primera parte, en la que Namur contó sobre sus comienzos, y su relación con Nasif Estéfano y con Germán Rivera (para ver detalles, hacer click en este ENLACE). En esta oportunidad, entregamos la segunda parte:

– “Seguí haciendo algunas carreras en Tucumán, en el autódromo. Tambien participé de la “Cerros Tucumanos “ que ganó “Pirincho” Parra, seguido de “Pirin” Gradassi, por mí y por Nasif. Llegué a estar segundo, pero no pude aguantar el ritmo. En esa carrera no tenía plata para comprar cubiertas, conseguí unas Firestone con la banda blanca, las disimulábamos armándolas al revés.

– En 1965 me compré mi primer auto nuevo, un Fiat 1.500. Fue como tocar el cielo con las manos. Con él corrí el Gran Premio. Para prepararlo lo llevé a Buenos Aires, pero allí sólo le cambiaron la leva, andaba menos que un auto de calle. La primera etapa hasta Carlos Paz fue un desastre, pero en la segunda hacia San Juan cambió la historia porque había llovido; la Pampa de Achala era un barrial y pese a todo gané el tramo aun sin conocerlo. Iba delante de Oscar Cabalén. Lo mío se dio por las condiciones del terreno y porque me encantaba manejar en la montaña.

– En el 66, José Gettas compró el auto con el que había salido campeón Carlos Reutemann y me pidió que lo corriera. Lo hice en Catamarca, llegué a estar segundo de Rodríguez Larreta (gran piloto de esa época), pero volqué y pese a que seguí, quedé muy retrasado.

– En el 67, también por gestión de Gettas (tenía la concesionaria Fiat) ingresé al equipo oficial en un Gran Premio, junto con Reutemann y Mayorga, De Laborde, Pascualini, Arana y Galuci. Pero fue un fracaso, porque en la primera etapa abandonaron cuatro autos porque los cigüeñales se rompían. Al final ganó Mayorga, que montaba un cigüeñal viejo; Reutemann abandonó mientras lideraba, pero ya era campeón.

– Corrí un año más para el equipo, pero para seguir tenía que ir a vivir a Buenos Aires. De nuevo prioricé mi familia. El automovilismo se convirtió para mí en un hobbie y de ello no me arrepiento. Hoy tengo una buena posición económica y social, se me considera y se me respeta. Quizás en el deporte no fui lo exitoso que mis amigos creían que podía ser de haber seguido, pero logré lo que quería: divertirme con los fierros.

– Siempre hablábamos con Nasif que el automovilismo se terminaría y teníamos que pensar en el futuro. En esos años él ya pensaba en el retiro. Yo seguí incursionando en carreras en el autódromo, en Catamarca y en La Rioja, pero no con continuidad, sí con buenos resultados. Y dejé de correr cuando murió Nasif. Cuando me enteré lo que había pasado abandoné el Gran Premio que venía disputando.

– Años después comencé con la etapa de dirigente y también acompañando a mi sobrino Eduardo, que comenzó a correr. Vivimos también unas lindas épocas con él.

– Aun me encanta la velocidad, pero ya no puedo ser piloto de nada. Igual me gusta tener autos de buena potencia para andar rápido. Disfruto de ello y a veces pienso que, en las épocas con Nasif, había oportunidades en las que no teníamos plata para poner nafta para ablandar los autos de carreras.

– Nasif fue una persona excepcional, mi mejor amigo. Con él nunca tuve una diferencia y pasé los mejores momentos de mi vida. Otro gran amigo fue José Gettas”.  

 

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Total
0
Share