Respeto a los demás, y a las reglas deportivas

Respetar al deporte que se practica, respetar a la gente que vive donde se lo practica, respetarse a sí mismos. ¿Es tan difícil cumplir con esos preceptos? Estamos seguros que no, porque estamos hablando de personas que, subidos a una máquina de dos o cuatro ruedas, razonan, sienten y entienden el medio ambiente en el que se mueven. Muchos sí están en sintonía y hacen lo coprrecto, mucho no. Habrá que seguir poniendo énfasis en esto.

Sabido es que, en zonas de la alta montaña -sobre todo en situación de travesías o aventuras-, se ve a los enduristas como desaprensivos visitantes, que invaden, destruyen, molestan y ponen en riesgo la integridad física de los pobladores y a sus bienes. Y sabido es lo que esto le genera a la actividad, a la que mucha gente ve con recelo.

El rally también genera situaciones que enojan a la gente por donde transita, no en competencia, sino cuando se efectúan pruebas o se elabora una hoja de ruta. En las últimas horas, en Ticucho se generó un fuerte malestar con aquellos que fueron a probar sus máquinas de competencia -algo que está prohibido- y pusieron en peligro a terceros. Una situación que se suma a otras, generadas en otros tiempos y lugares.

¿Por qué no se siguen las reglas? ¿Tiene que suceder algo grave para sentar conciencia? ¿Hasta cuándo habrá que seguir advirtiendo sobre situaciones así?

Quienes infringen las normas, además, están poniendo en peligro al propio futuro de la categoría, en tiempos en lo que todo cuesta. Seriedad, responsabilidad y madurez. Respeto y conciencia. Eso es lo que se necesita. 

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