Miguel Jorge, “Reynolds”, adiós a un grande de nuestro automovilismo

Hablar de Miguel Jorge, “Reynolds” según el apelativo que usó en el automovilismo, es hablar de un piloto que hizo historia. Múltiple campeón de Monomarca, dejó muy alta la vara de calidad en sus contemporáneos y en las generaciones que lo siguieron. Pero además de sus dotes en una pista, estaba su condición humana, que muchos supieron destacar.

Jorge falleció este miércoles 12 de abril a la madrugada. Sus restos están siendo velados en una sala de la empresa Flores, hasta las 17. Serán inhumados en el cementerio de San Agustín.

Nacido en Santiago del Estero en 1940, Reynolds era un tucumano más. En la provincia no sólo se destacó como deportista, sino que también se dedicó a la industria y el comercio. El origen de su apodo lo contó en una entrevista con La Gaceta: “se acercaba el debut en el automovilismo, y yo no quería que mi familia sepa que iba a correr. Cuando la carrera ya era inminente, surgió el apodo, que salió del apellido de un amigo, Antonio Ramón. ‘Ponete Reynolds y listo’ fue la ‘orden’ y el seudónimo quedó firme”.

“Yo llegué a Monomarca con la intención de ser dirigente. Pero me dijeron que mejor arme un auto y me dedique a correr”, contó en una transmisión en vivo que hizo con Motorplus Tucumán en 2020, en conjunto con otros colegas de la categoría. Para ver el programa completo, deben hacer click en este link:

https://www.facebook.com/watch/live/?v=340265383806074&notif_id=1596928050878291&notif_t=live_video

Si bien Jorge estuvo desde el comienzo en Monomarca, no corrió en la primera fecha porque en los días previos protagonizó un vuelco y se quebró la clavícula. Terminó prestándole el coche a Guillermo “Lelo” Alonso, que lo llevó a la victoria.

“Yo me ‘mataba’ en la pista, no me gustaba perder, me entrenaba mucho físicamente. Era exigente conmigo mismo y eso a la vez era una exigencia para los demás. Me acuerdo que los domingos me iba a andar en bicicleta, hacía unos 100 kilómetros, aunque llueva. Iba al gimnasio, jugaba al pádel, andaba en patines” contó en un reportaje.

Fue un hombre reservado, de muy pocas palabras, aunque siempre dispuesto a una charla de café. Era agradable en el trato y se forjó numerosas amistades. Fue un trabajador en el automovilismo, al punto tal que esa fue su fórmula para ganar todos los campeonatos que obtuvo (fueron cuatro).

En otra ocasión, el piloto recordó: “lo que gané se lo debo al ‘Toti’ Farina, que un día me dijo: ‘che Miguel, vos andás bien. Ya que gastás tanta plata, por qué no lo hacés bien’. Entonces me sugirió un buen chasista. Recuerdo que un amigo me consiguió a alguien en Buenos Aires. Corría el año ’88, el hombre me preguntó cuántas carreras faltaban, trabajó bien y los resultados aparecieron al año siguiente: fui campeón en el ’89, ’90, ’92 y ’96. Corrí hasta los 56 años”.

Fue un gran competidor, que peleaba cada carrera como si fuese la primera. Ese ímpetu le trajo no pocas rivalidades, pero eso sólo se daba en carrera. Abajo del auto era un caballero.

Estuvo muy relacionado con Rafael Chincarini, que fue quien le hizo los autos de competición. Incluso, tenían en común un proyecto de correr en Turismo Carretera, que finalmente no se concretó.

Su última experiencia en el automovilismo fue en el rally: ya que no había carreras pisteras, presentó su Dodge en la categoría.

En los últimos tiempos, solía vérselo en el autódromo de Las Termas, animado por ver las carreras de autos que tanto le gustaban.

Miguel Jorge dejó una huella imborrable. Buena parte su carrera deportiva y fuera de ella puede repasarse en las notas que publicó Motorplus y que se pueden leer escribiendo la palabra REYNOLDS en el buscador de la frontpage.

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