No es fácil. Fueron muy pocos lo que lo lograron, por eso Ernesto Lord entró en un listado muy selecto de pilotos tucumanos que pudieron conseguir un campeonato argentino de rally y, al mismo tiempo, tener puesta la cabeza en su familia por la llegada de Valentina, su segunda hija.
Hablamos con Ernesto para conocer sus sensaciones por el logro.
-¡Qué lindo campeonato ganaste!
-La verdad que sí. Y más porque si te ponés a ver ha sido perfecto en cuanto a cómo lo planteamos. Comenzó como un sueño muy ambicioso, pero sabíamos que si nos esforzábamos, teníamos chances. Si bien yo ya había corrido en el Argentino, este era un proyecto distinto: equipo, auto y categoría nuevos. Además, la mayoría de las carreras eran nuevas, por lo que sabíamos que era más difícil.
-¿Corriste todo el año desde atrás?
-Sí, penamos muchísimo con los puntos que perdimos en la primera fecha, cuando abandonamos en la etapa del domingo. Por el sistema de puntuación eso nos relegó bastante, pero fuimos descontando y al final se nos dio. Nos bajoneamos mucho en esa carrera (N.de la R: se hizo en General Madariaga), pero no nos caímos y seguimos luchando. Fuimos arrastrando todo el año esa pérdida de puntos.
-Corriste varias veces en el Nacional, pero a este campeonato lo encaraste distinto. ¿Es así?
-Sí, en 2016 debuté con un Ford Ka en Tafí del Valle. En 2017 corrí una fecha con un Mitsubishi en Tucumán. En 2028 hice el campeonato completo, pero fue un año malo porque no me dieron un buen auto y abandoné mucho, no conseguí lo que quería. De entonces me dije “cuando vuelva voy a hacerlo con mi propio equipo”.
-¿Cómo nace el proyecto?
-En 2018 le propuse a Mario (Matarrese) que hiciéramos ese campeonato con el Mitsubishi, que era mío. Me dijo que no se animaba porque no tenía la estructura, ni repuestos, que sería complicado. Pensando en mi bien, me dijo, que me convenía que vaya a un equipo que tenga estructura nacional. Entonces dijimos que algún día se nos daría de hacer algún nacional juntos. Cuando corrimos ya con el equipo de Mario en la clase A1 vimos los buenos resultados con un auto, que tiene un trabajo técnico importante. Entonces miramos al Junior el cual, salvando algunas diferencias, es muy similar. Haciendo números, encontré que era muy similar, o quizás un poco más el presupuesto. Pero no era comparable porque corríamos el Nacional. Así que vendimos el A1 y armamos el proyecto con el Junior.
-¿Qué tal es manejar el Junior?
-Es hermoso, es un auto muy noble, muy fuerte, muy resistente, con una mecánica sobredimensionada en todo. Es muy difícil que se rompa. Nosotros, para la primera carrera, no tuvimos tiempo de probar nada, pero después cuando lo conocimos no tuvimos problemas.
-¿Te costó adaptarte a los caminos que proponían las distintas fechas?
-La primera carrera en Madariaga, que fue en terreno llano, nos costó muchísimo. Tuvo mucho que ver que era nuestra primera carrera y no conocíamos la puesta a punto del auto. Después le tomamos la mano y en las demás, salvo la de Reconquista que nos costó un poquito más, siempre estuvimos en la pelea.
-¿Cómo es la relación con “Maxi” (Karamatich), tu navegante?
Es muy buena. “Maxi” tuvo un muy buen año. Con él ya estamos hermanados hace raro dentro del auto. Pero además es muy completo, sabe interpretar qué ritmo llevamos dentro del auto y también a la hoja de ruta. Él lee muy bien el camino y cambia algunas cosas. Además siempre te va empujando y tiene una memoria increíble con las referencias.
-¿Algún “sustito” que te acuerdes?
-¡Varios! Pero en la “Vuelta de la Manzana” hay uno de un momento del que hay una foto, con el auto en dos ruedas. Esa vez casi volcamos, zafamos de suerte. A esa carrera la perdemos por 3/10.
-¿Vos sentís que estas en un muy buen nivel?
-Sí, yo estoy bien, pero aquí gana el conjunto, desde el que realiza la logística, el preparador del auto, el navegante. Si no está todo aceitado no se lograrían los resultados.
-¿Parás en 2024?
-Sí, no del todo. porque me quedo con el auto. Así que alguna carrera que nos quede cerca voy a hacer. Pero ahora la prioridad es mi familia. Imagínense lo que pasó este año: Sofía, mi señora, estaba con un embarazo de nueve meses. Y con Felicitas, que tiene dos años. Era muy complicado para ella atender esto por el tiempo que uno está afuera por las carreras. Y ahora vino Valentina, que nació hace unos días. Así que en 2024 me dedicaré a ellas, veremos después cómo están las cosas para, en 2025, tratar de volver.