- Por Vicente Machín.-

Ramón “Lalo” Olaz fue uno de los nombres que más repetí en mi carrera como periodista. Casi podría decirse que comenzamos juntos con esta pasión por el automovilismo, desde aquellas motos grandes hasta su última locura, la de correr en Salta hace unas semanas.
Fueron muchos años, en los que siempre me sorprendió su pasión por lo que hacía, por el empuje que le ponía a cada proyecto. Realmente fueron muchos. Por lo general siempre los cumplía, sino volvía a buscarlos. Nunca bajaba los brazos y siempre sobresalió en todo lo que corrió.
Quedaron horas y horas de taller, viajes, asados, cafés y carreras en las que el motivo de la charla nunca tenía fin, automovilismo, carreras, maniobras, técnica, anécdotas, etcétera
Hizo algo en motos (locuras de jóvenes) y autocross, pero después en 1985 vino lo que realmente hizo elevar su pasión, la Monomarca del NOA, aquella categoría que fue sin dudas una de las mejores del país. En ella, y con nada de experiencia en autos con techos, y apoyado por su siempre infaltable grupo de amigos, se mezcló entre los mejores de aquella época y no desentonó. Es más, llegó a la última fecha con posibilidades de ser campeón, punteó un par de vueltas, pero no pudo ser y desde entonces no bajó nunca los brazos hasta que logró el campeonato en 1998.
En el medio hay anécdotas como la que ocurrió en 1992 cuando un viernes, tomando un café a metros de su taller en la calle Lamadrid, Ricardo Salomón (que tenía su auto en lo de “Lalo”) le dijo: ¿qué le falta al auto para que corra?. “Nada” dijo “Lalo” y se lo prestó. El domingo logró un tremenda victoria en el “Nasif Estéfano”, y eso que hacía algunos meses que no corría. Como esa, hay muchísimas. Tenía eso de piloto que se subía a un auto y lo hacía andar de cualquier manera.
Después vino el Turismo Nacional, otra de sus locuras. Entonces comenzaron los viajes (¡largos!) y la carpita en los playones de todos los autódromos del país. Su pasión fue reconocida por la categoría, en la que logró también buenos resultados. Todos eran amigos de “Lalo” y premiaban su esfuerzo por el poco presupuesto.
Y así pasaron los años de más categorías, triunfos y más admiración por lo que hacía, porque más allá de su edad, seguía compitiendo y dando pelea a los más jóvenes, quienes siempre lo miraron con admiración.
Luego fue su hijo Peter el que lo llevó a seguir en lo más alto del automovilismo, pero él seguía haciendo las suyas en el rally de todo el NOA. Interminable “Lalo”.
Hace sólo unas cuantas semanas nos encontramos y siempre con la misma actitud que hace cuarenta años me dijo: “voy a correr de nuevo, no me quiero quedar con las ganas, me voy a dar un gustito, voy a la 1.600 de Salta”. Fue su último gustito y su última carrera, por lo que podemos decir que pasó toda su vida corriendo. Y su último gustito, seguramente fue igual a aquel primero que tuvo en su pasión por los “fierros”.
A continuación, les dejamos por intermedio de nuestro canal de YouTube dos notas grabadas hace varios años:
- Cuando presentó su auto de rally para correr a nivel nacional:
2) Cuando fue campeón de la categoría VW 1500: