Eduardo Namur: La historia (1)

Prácticamente desde que era muy pequeño está entre los “fierros”, y nada más y nada menos que entre Nasif Estéfano y Roque Namur. Gracias a ellos empezó en el automovilismo. Pero más allá de eso, pudo escribir su propia historia, la cual no fue muy extensa, pero sí muy exitosa. Eduardo Namur supo sobresalir en su época en base a su calidad conductiva.

Eduardo nos contó parte de su historia, a la cual reproducimos en una primera entrega.

– ¿Cuándo comenzaste en los “fierros”?

– Desde que tengo uso de razón. Nosotros vivíamos prácticamente en el mismo taller donde se preparaban los autos de mi tío Roque, así que siempre venían los pilotos de Fórmula 1 de esa época, algunos campeones argentinos. En el taller se hacían los parques cerrados y se guardaban los autos. Yo aprovechaba y me subía a todos. Me acuerdo de Requejo, Sancho, Loefel, así que desde muy chico ya estuve vinculado al automovilismo.

– ¿Quiénes fueron tus referentes?

– Yo me crié en el taller con mi tío Roque y con Nasif Estéfano. Había una amistad muy estrecha entre las familias, vivíamos a una cuadra de distancia. Es más, para la primera carrera que corre Roque, Nasif le había prestado el auto. Él era mecánico, su hermano Luis era menor y aprendió con él. Así comenzó Roque. Corrió varios años, recuerdo con un Fiat 1600, después pasó a los Fiat 125. Luis trabajaba mucho en los autos y cuando mejor estaban andando, Roque me lo da a mí para que corra. Recuerdo que Luis hacía todo al revés de lo que decía la teoría: trabajaba en el árbol de levas; me acuerdo que al contrario de lo que se hacía, rebajó un milímetro debajo del estándar. El auto no hacia ni ruido, pero era increíble lo que andaba.

– ¿Cuándo comenzaste a manejar los autos de carrera?

– Yo probaba los autos de ellos en la ruta, en los 1.000 metros. Antes recuerdo que teníamos las multicarga de la agencia Fiat y me la daban para que vaya a Las Estancias. Ahí me pegaba una entrenadita. Además, tuve la suerte de acompañar a los dos, a Roque y a Nasif. Eso fue lo más importante para mí. Ya tenía conocimiento del auto, las velocidades, cómo se frenaba. Eso fue lo que me permitió arrancar ganando mi primera carrera y con el récord del autódromo.

– ¿Cómo fue esa primera vez?

– Una semana antes se había corrido la Vuelta del Noroeste y una de las etapas terminaba en el autódromo. Estaban los equipos oficiales de Fiat y de Peugeot. Ahí gana Rodriguez Marcili, me acuerdo con una cupé color verde. Hace el récord del autódromo en 1’26″3/10. Cuando yo empecé a girar una semana después hice 1’26″1/10, y luego gané la carrera. Ellos dos tienen que ver mucho en esta historia, si no fuera por ellos no hubiese sido tan fácil para mí. El año en que yo arranco, creo que fue en el 74, Roque deja de correr y me apoyaba a mí.

– ¿Cuántos años corriste?

– Desde el 74 al 79. Después hice algunas carreras más, pero de forma aislada.

 – ¿También corriste cuando vino a Tucuman el CAP (Club Argentino de Pilotos)?

– Un señor, que se llamaba Oscar Bestani, y que tenia una agencia de Rastrojero, le tira la idea a Roque de alquilar un auto para que lo corra yo. Se lo alquilamos a un chico de apellido Vari, el preparador era Dangelo. Yo hacía varios años que no corría. Eran tres subidas y tres bajadas desde Raco a la Ciudad Universitaria en San Javier. Recuerdo que corrían, entre otros, ‘Marito’ García, Pisandelli, Di Palma, Bessone, Monguzzi, Sancho, Mustafá, Luaces. Era la categoría del momento y estaban los mejores del país. Mi auto no era de los de punta, pero me ayudó mucho el conocer el camino, porque ya había corrido varias veces ahí. En la primera subida, Pissandelli hace el mejor tiempo y yo el segundo. Ahí el preparador me pregunta cómo estaba el auto, le dije que lo sentía bien. Entonces se dio vuelta y les dijo a sus mecánicos: ‘es la primera vez que un piloto me dice que el auto está bien’. Me preguntó si quería más carga en el spoiler o en el alerón y yo le pregunté si el spoiler era el de adelante y el alerón el de atrás. Realmente no lo sabía. Al otro día largué y a los cuatro kilómetros se me pinchó una goma y tuve que abandonar. Ese día me llevó a los boxes un chico en moto. Con el tiempo se acercó a mí y me dijo: ‘¿sabés quién era el que te llevó ese día en moto? Fui yo’, me dijo y era “Lalo” Olaz.

– ¿En aquella época era común entreverarse en las carreras del campeonato argentino?

– Sí, recuerdo de una cuando vinieron al autódromo los equipos oficiales. Me enredé en pista con Alfredo Pisandelli y el “Toti” Farina, nos pasamos muchas veces hasta que un toque me retrasó. A pesar de eso pude llegar sexto. Otra anécdota que recuerdo: iba Fernandino manejando un auto y me dice, ‘veni Eduardo, subí así me mostrás un poco el circuito’. Atrás iban Daniel Sancho, ‘Marito’ García y Ricardo Iglesias. Para mí era un orgullo, imaginate que ellos me pregunten a mí.

– ¿Cómo fue acompañarlo a Nasif?

– Yo tenía 17 años y siempre molestaba para que me lleven, hasta que un día Roque le dijo a Nasif, ‘llevalo para que deje de molestar’. Me tuvieron que hacer un permiso especial mis padres, porque yo era menor de edad. Imaginate lo que fue para mí. Me acuerdo que llegamos a la primera curva en Alpachiri y no levantaba. Yo me preguntaba dónde iríamos a parar, iba agarrado al asiento, creía que le íbamos a dar al alambrado. ¡Pero lo hizo con una calidad! Así comencé a aprender, imaginate, iba sentado sin hacer nada, sólo miraba cómo manejaba. Así empecé a aprender cuáles eran los límites, no sabés lo que manejaba el “Turco”. Cuando vino con el TC yo le pedí que me lleve, pero no podía porque tenía que llevar al acompañante del equipo Ford. También acompañé a Roque, con quien aprendí muchísimo.

– ¿Te acordás cuántos campeonatos ganaste?

– Creo que fueron dos, y además tuve tres subcampeonatos. Yo no podía estar en todas las carreras porque estudiaba y no tenía tiempo.

– ¿Qué te gustaba más, la pista o la montaña?

– A mí me gustaba más la montaña, porque ahí se equiparaban las cosas. En la pista, si no tenés auto, no andás. Podés ir muy bien, pero si hay alguien con mejor auto te mata. En cambio en la montaña no.

– ¿Qué te gusta, aparte del automovilismo?

– Me gusta mucho pescar y jugar al futbol. Por suerte hoy puedo hacer las dos cosas, sigo saliendo de pesca con amigos y también jugando para el equipo de profesores de educación física en el campeonato de APUT.

En la segunda parte, que publicaremos en breves, Eduardo nos contará algunas anécdotas. ¡No se lo pierdan!

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