Víctor Manuel Matarrese, una vida a puro motor

En la historia del automovilismo de Tucumán hay “instituciones”. Víctor Manuel Matarrese lo es. Nacido en 1946, este piloto, preparador y forjador de carreras deportivas, tiene mucho para contar. Motorplus lo entrevistó y dejó conceptos ricos en matices y desgranó recuerdos con emoción.

– ¿Cómo fueron los comienzos?

– Trabajé con mi padre, Víctor Manuel, que era profesor de la Escuela Industrial. Hice mecánica desde muy chico, junto a mis hermanos, Humberto Adolfo (técnico mecánico) y Raúl. El taller quedaba en Jujuy al 900, justo al lado del que tengo actualmente. A los seis años, mi papá me armó un kart tipo F-1 a pedales; me encanté y pienso que es desde entonces que me empezó a gustar esto de correr.

– ¿Y cuál fue la chispa que encendió la llama?

– Cuando tenía 11 años, con mi hermano Raúl preparábamos una moto que había dejado un cliente en el taller para que se la arreglemos. Mi padre no sabía mucho del asunto y nos preguntaba que le hacíamos a la moto. Le dijimos que el cliente quería que ande más rápido. Recuerdo que la sacábamos por arriba de la reja del taller para que mi papá no se entere. A veces llegábamos a las carreras andando con la moto, para asentarla: la llevaba mi hermano y yo tomaba el tren con una cajita de herramientas. Sino directamente la llevábamos en el tren, que tomábamos en la parada de la avenida Roca. Pasó que en una carrera llegó el dueño, que primero se enojó, pero después empezó a alentar al ver que la moto ganaba. Entonces nos la prestó. Así corríamos hasta que pudimos comprar una, y ahí sí ya mi papá fue el preparador.

– ¿En qué lugares corrían?

– En un circuito que había en el parque 9 de Julio. También íbamos a Concepción, Aguilares, Monteros, incluso Salta y Jujuy.

– ¿Recuerda sus rivales?

– ¿Mis rivales? “Lito” Mohamed, Camilo Ferroni, Escandar, “El Piojo” Biagioli,  entre muchos otros.

– ¿Y cuándo comienzan con la preparación de autos?

– En el ‘64, ya pasamos a preparar los autos que corrían mis hermanos. Eran los Gordini, con los cuales nos medíamos con los coches de la misma marca que preparaba Orestes Berta. Luego comenzamos con el Fiat 600 allá por 1968, con el cual también ganamos algunas carreras.

– Y después empieza la historia con los Fiat 128…

– Sí, y fue con uno que nos había dado la Caja Popular. Fue hasta que se produjo el accidente en el que perdió la vida mi hermano Humberto, que venía manejando; se salvó Raúl, que venía de acompañante. Pero hicimos otros coches: los de David Naufe y “Lelo” Alonso, por ejemplo. Con ellos les hicimos carrera a los del equipo oficial Fiat (43/70), que en esa época venían a correr seguido al autódromo. Los que venían de afuera se sorprendían con lo que andaban nuestros autos porque ellos traían los motores de Italia y los nuestros eran de preparación propia y andaban más a veces.

– ¿Cómo fue esa historia suya con Enzo Ferrari?

– En 1975 Fiat me invita por un mes a participar en un encuentro en el que había mecánicos de todo el país y varios ingenieros de Fiat Italia. Se discutió sobre un problema que tenían los motores y se encontraron soluciones. Al mes de haber hecho el curso recibí una carta de don Enzo Ferrari en agradecimiento por haber participado de esas reuniones. Entonces aproveché y le mandé algunas cartas preguntándole cosas sobre la preparación de autos de carrera, a las que Ferrari contestó amablemente, enseñándome muchos secretos de la preparación, hasta me mandó algunos libros. Fue una experiencia increíble de la cual aprendí muchísimo. 

– ¿De qué forma siguió la historia?

– Hicimos un parate hasta que se creó la monomarca Dodge 1.500, que se formó en una reunión entre algunos preparadores y José Alperovich, que nos dio el dinero para comprar los autos, puesto que nosotros no estábamos en condiciones de hacerlo. De esta forma integramos la categoría.

– En los últimos tiempos volvieron al 128…

– Sí, con el tiempo volvimos a la marca y participamos en pista en Salta y luego lo preparamos para la categoría de los 128 de rally que creó el Aconquija Motor Club. Participamos en la primera carrera en San Pedro de Colalao. Con el tiempo logramos cinco campeonatos, tres en Tucumán y dos en el NOA, siempre con mis hijos Víctor al volante y Mario como navegante. Luego vendimos el auto, que siguió siendo campeón con Miguel Rotondo y con su sobrino Jorge.

– Últimamente apareció un Fiat Palio en su vida…

– Sí, se nos ocurrió armar uno para la clase N-1. Nos llevó mucho tiempo porque lo hicimos con los mejores materiales para la jaula como así también para el equipamiento interior. Esto, en los tiempos que corren, es muy caro, por eso nos tomamos el tiempo. Pero valió la pena porque este auto nos dio muchas satisfacciones, corriendo varias carreras y sólo se paró una vez, por un vuelco. Este año ganamos la última competencia que corrimos en El Cadillal, con Ernesto Lord como piloto y lo pusimos a la venta, una vez que terminó la carrera. 


– Creo que para los próximos Matarrese que vamos a preparar algún vehículo de carrera será para los nietos.

 

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Total
0
Share