Cuando el dolor atraviesa los corazones, la mente arma y desarma ideas, el cuerpo se hace centro de sensaciones inexplicables y las preguntas se formulan sin un patrón definido.
En el mundo del deporte motor, esto ocurre cada vez que una tragedia se cierne sobre aquello que debió ser un espectáculo de la velocidad. Son esos momentos indeseados, pero que ocurren ante la naturaleza de tratarse de un deporte peligroso.
La consternación por la desaparición física del niño piloto de motos Lorenzo Somaschini se magnifica por la edad. A los 9 años, cualquier persona tiene un mundo por delante. A los 9 años, estas cosas no deben suceder nunca. Una muerte en una pista de carreras, a los 9 años, nos interpela sobre los pasos que se dan en el deporte.
El pequeño que corría desde los cuatro años y que soñaba con ser piloto de MotoGP falleció en San Pablo (Brasil), ciudad donde permanecía internado en terapia intensiva desde el viernes pasado tras un grave accidente durante un entrenamiento. “Lolo”, como lo apodaban, había sufrido una grave caída durante uno de los entrenamientos para la cuarta etapa de la Copa Honda Junior 160 de Superbike en el autódromo de Interlagos. Por más que los cuerpos médicos lucharon por estabilizarlo, el fatal desenlace llegó.
Hay preguntas que ocupan un espacio que uno no quisiera que ocupen pero que deben ser formuladas. Como en esta situación, no devuelven una vida, pero sí pueden ayudar a evitar que hechos así se repitan.
¿Esta tragedia, esta desgracia de Lorenzo se podría haber evitado?
Sin dudas lo sucedido nos pone ante un escenario particular como padres. Es ese que ocupamos cuando depositamos en nuestros hijos nuestros propios sueños. En este caso, en aquello de competir en una pista de carreras.
“Lolo” corría desde los cuatro años. Su presencia en los circuitos había empezado a ser popular, a ser receptora de las cámaras, de las preguntas, del interés de los espectadores. Incluso, el pequeño rosarino estuvo en el autódromo de Las Termas no hace mucho tiempo y los tucumanos presentes pudieron ver sus condiciones en el manejo de una moto.
¿Era necesario que con su edad ya haya estado disputando un torneo con una moto de 250cc? ¿No es este un caso de etapas quemadas por decisiones de adultos? ¿Qué preparación física, mental y psicológica tenía para montar una máquina de la mencionada cilindrada?
Es probable, y ustedes seguramente lo están pensando, que ahora las preguntas sean en vano. Es seguro que son horas para acompañar el dolor de familiares, amigos y allegados.
Pero esto no quita que lo sucedido nos ponga ante la necesidad de aprender de esta desgracia.
Que los padres reflexionen. Que los dirigentes midan sus actos al momento de elaborar reglamentos, autorizar y dar curso a ideas que riñen con la lógica. Que los preparadores no se presten a prácticas deportivas con niños sin tomar real valor de su condición. Que todos procuremos, desde el lugar que ocupemos, que no haya más situaciones así que lamentar.
Si nada hubiera pasado y LOLO HUBIERA GANADO TODOS SE HUBIERAN LLENADO LA BOCA ……ES ARGENTINO!!!!!tuvo este accidente fuera de lo común. Por FAVOR SILENCIO LOLO DUERME COMO UN CAMPEON. GRACIAS HECTOR CARLOS ACUÑA.