
Todas las veces que el Rally Dakar hizo campamento en Tucumán, estuvo presente el malogrado Paulo Goncalves. En una de esa oportunidad, surgió esta historia que Martín Acuña contó a su manera en su cuenta, que tiene a su hijo como protagonista, y que marca con contundencia el don de gentes que tenía el portugués. Sin precisar una fecha, escribió: “Ese día estábamos mirando al HRC, sale él, le digo ‘Paulo una foto con mi hijo’, me hace señas ‘uuy, estoy sin nada, ni camisa ni gorra’. Y me señala a los ‘ponjas’ que no te perdonan una. Me hace señas, ‘vení, vení, agarra una gorra, se la pone y le dice al guardia que lo deje pasar a ‘Bauti’. Le dije ‘gracias mostro, como sea le tenemos que ganar a las naranjas’. Hasta siempre campeón, descansa en paz”.