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En Concepción, el ídolo renace cada día. Pueden pasar los años, 43 ya, pero la figura de Nasif Estéfano crece. Paradojas de los grandes: morir, y hacerse cada día más grande. La fría historia dirá que “El Califa” falleció trágicamente el 21 de octubre de 1973, mientras disputaba el Gran Premio de la Reconstrucción Nacional, por la fecha 13 del campeonato de Turismo Carretera. Es decir, mañana se cumplirá otro aniversario.
Un desperfecto mecánico en la pedalera de los frenos de su Ford Falcon provocó que siga de largo en una curva cercana a la localidad riojana de Aimogasta. La máquina dio varios tumbos y su cuerpo salió despedido del habitáculo. Pese a su deceso, al final de la temporada se convertiría en el primer campeón post mortem de la historia del TC.
La historia habla de sus conquistas en las categorías en las que corrió, de la admiración que generaba en el público y en sus rivales, de sus historias, que son muchas y ricas de matices.
Nasif perdura en el recuerdo de los fanáticos por lo que fue, por lo que hizo. Pero también en sus familiares, en sus amigos. Muestra de ello son las obras de refacción en el monumento que fue levantado en su homenaje en Aimogasta, y que hoy sorprende a los viajeros. Muestra de ello es también la puesta en valor del Museo del Automovilismo que lleva su nombre, en su natal Concepción. Al respecto, el lunes se firmará un convenio entre la Fundación que lo mantiene en pie, el Gobierno de Tucumán, el Ente de Turismo y la Legislatura. En la oportunidad, los sobrinos del “Califa”, Ricardo y Alfredo Estéfano, presentarán en sociedad la réplica del último Falcon que manejó el concepcionense.