
# Por Vicente Machín (Redacción de Motorplus Tucumán).- Me tocó vivirlo desde chico, cuando de alguna manera llegaba con amigos, también apasionados del automovilismo, a distintos lugares para ver pasar las carreras. No importaba que sea locales, zonales, nacionales, en montaña, o en autódromos. Entre los primeros siempre estaba Rubén Cayetano Salim. Durante mucho tiempo me preguntaba ¿podré conocerlo algún día?
El tiempo me llevó a meterme en el automovilismo, y un día lo conocí, porque tuve la suerte de que seguía corriendo. Ya verlo y entrevistarlo fue fantástico. Luego de su alejamiento del automovilismo, nos juntamos muchas veces, yo tratando de sacar toda su historia. Pero llegó el día de la entrevista formal, y con el grabador en mano llegué hasta su departamento, donde lo primero que hizo fue mostrarme un gran cantidad de fotos. Luego, fue cuestión de comenzar a escuchar a ese gran campeón que tuvo el automovilismo tucumano. Lo demás fue viajar en el tiempo hacia cada uno de sus logros, que fueron muchos.
Por supuesto que contar su historia con detalles es imposible. Nos llevaría muchas páginas, así que a la nota la dividimos en varias partes. Aun así, nos quedamos cortos.
-Rubén ¿por qué en el automovilismo?
-En mi familia, mi hermano Jesús Antonio Salim era un loco de las motos. Fue quien ganó cuando corrieron en la plaza Independencia, en la época del gobernador Cruz. Mi papá era camionero, así que era todo fierros en casa. Éramos 11 hermanos, así que por la situación económica era imposible. Cuando empecé a trabajar, me comenzó a ir bien, así que empecé con algunas carreras de motos. Pero los autos eran los que me gustaban. El primero que me compré fue un Fiat 1.500.
-¿Una época de grandes pilotos?
-Sí. Imagínate, ya estaban entre otros “Pirincho” Parra, “Cacho” Chico, Carlos Acotto y muchos más. Era una camada de pilotos inolvidables, todos buenos y muy buena gente.
-¿Te acordás de tu debut?
-¡Cómo no acordarme! Quería debutar en El Cadillal, cuando la perimetral era de ripio. Me fui a probar y, en una de esas bajadas al río Loro, me encontré con una máquina niveladora, que estaba arreglando el camino. Entre pegarle a la máquina y al cerro, elegí el cerro. Volqué, el auto se destruyó. Así fue mi debut.
-¿Cómo seguiste?
-Lo primero que pensé es, ¿cómo consigo otro auto? Reparé ese auto y lo vendí, así fui comprando y vendiendo hasta que en el año 72, ya con 30 años, me compré una coupé 1.600. Con este coche sí terminó mi debut. Fue un ida y vuelta a Las Estancias; terminé sexto. De ahí me fui a correr el campeonato de trepadas en Córdoba. Luego hice un paréntesis. Después de un tiempo me compré una coupé Fiat 125.
-¿Quién te preparaba el auto?
-Nadie, éramos un desastre, le cortábamos los espirales, la verdad es que no sabíamos nada.
-¿Cuándo debutás con esa coupé?
-Fue en Jujuy. Me acuerdo que mi auto hacía mucho ruido con las gomas cuando doblaba, porque no tenía suspensión. Ahí me convertí en el hombre del “ruidaje”, pero lo disfruté.
-¿Cuándo te metés a pelear adelante?
-Fue cuando mi hermano Luis, me dijo, “¿querés correr?, porque hasta ahora no corriste”. “Sí”, le dije, “quiero correr”. “Entonces hagamos las cosas en serio”, me dijo. Fui a hablar con el doctor Elías, dueño de Automotores Tucumán y le dije que quería correr. Me dio una tarjeta para que vaya a Buenos aires y hable con la comisión de concesionarios, de la cual él era presidente. Me dijo “esta es la mano que te puedo dar”. Fuimos a Buenos Aires y hablamos con Oscar Marcolongo, de la comisión, que me dijo: “La mano que te podemos dar es la de asesorarte con lo que usemos en el equipo. Nos permitieron entrar al taller donde estaban las cuatro coloradas del equipo oficial, había un despliegue de repuestos y máquinas. Le dije a Luis “¿podremos correr nosotros? Ahí mi hermano Luis, que era un artista en conquistar personas, comienza a charlar con los mecánicos, los invitamos a comer, se encariñaron con él y nos dijeron: “Vayan tranquilos que lo nuevo que surja lo hablamos por teléfono y les contamos”. Así fue que decidimos armar un nuevo auto.
Así comenzó la historia de este piloto, que hasta aquí no había mostrado nada todavía. Con sus siguientes pasos, escribiría importantes páginas de nuestro automovilismo durante más de una década. Para muchos, inolvidable.