
La historia deportiva de Rubén Cayetano Salim ingresa en esta entrega en un nuevo capítulo, tan intenso y apasionante como los anteriores.
“Corrí muchos años con Fiat, hasta que sale el Peugeot 504 TN. Lo que había cambiado con respecto al 504 estándar eran las llantas y lo potenciaron, como los Fiat. Me llamó González Morengui, dueño de Indiana (concesionaria Renault) y me dijo, ‘ahijado, quiero que corras con Peugeot. La fábrica te va a regalar un auto’. Así comencé a correr con Peugeot”, contó Rubén sobre sus inicios con la marca.
– ¿Era como empezar de cero?
– Sí, obviamente me fui a ver a los que preparaban Peugeot, que en esa época eran Roberto Díaz y Julio Ponce. El primero era el que hacia los cuatro Peugeot oficiales. A nosotros, que no éramos oficiales, nos mandaron con Ponce. Eran ingenieros que se dedicaban sólo a hacer autos de carrera. Era increíble cómo andaban.
-¿Pero seguiste corriendo también con Fiat?
-Sí, a las carreras largas las hacía con Peugeot y a las cortas con Fiat. Gané varios campeonatos con Fiat y también un par con Peugeot.
-¿De qué carrera tenés recuerdos?
-Me acuerdo cuando se corría el Desafío de la Montaña, que era un ida y vuelta hasta Las Estancias. Era muy difícil ganarle esa prueba a los pilotos de Concepción. El primer año que corrí tuve un accidente, se me abrieron los palieres, se rompió mucho el auto. Al año siguiente, un mes antes comencé a prepararme, quería ganar esa carrera. Era la única que no había ganado y lo quería hacer. Recorrí el camino 15 días, desde Las Banderitas a las Estancias y otros 15 desde Las Banderitas a Concepción. Me conocía todo, dónde era húmedo, dónde había animales, probé varios diferenciales, varias cajas. Es un camino muy difícil para las trasmisiones, porque tenés la zona de Las Lenguas, que complica mucho. Le dije entonces a mi hermano Luis que iba a correr con todo largo, porque sabía dónde podía sacar el tiempo. Me acuerdo que largaba yo primero, atrás Eduardo Namur y tercero Cristian Lange. Subiendo, Namur me gana por 19 segundos. Sabía que de bajada con todo largo la tenía que ganar y así fue. En Las Lenguas se definió. Después, cuando entramos en el pavimento, yo iba a más de 200 y ellos no pasaban de 170, así llegué y gané por una buena diferencia. Ahí hubo un problema por que dudaban de mi auto, dejé que lo desarmen y fueron directamente a los frenos traseros. Y se dieron con que eran los originales. Eso no me gustó mucho y para terminar la policía me pidió que me vaya de Concepción, porque había mucha rivalidad entre las hinchadas mías, las de Namur y Lange y tenían miedo que eso vuelva a ocurrir en la entrega de premios, así que me fui sin recibir la copa.
-¿Corriste también en la costa?
-Sí, una carrera en la costa que se llamaba Gran Premio Pagos del Tuyú. Creo que se corría desde Punta Médano a Santa Teresita. Tengo una anécdota muy linda con “Pancho” Alcuaz (piloto de Buenos aires). Llevamos el auto a su estancia en Madariaga y me dijo: “Ponele gomas lisas para la carrera”. “No, estás loco, me mato”, le dije. “Si querés ganar, ponelasm haceme caso y cuando largués la carrera y llegués a la costa, anda hasta el agua y recién ahí doblá”. Le hice caso. Al principio rogaba que no se me rompa la goma, pero cuando llegué al mar, me di cuenta que tenía razón. El agua, cuando vuelve, el piso se endurece, queda como pavimento, así que imagínate, volaba el auto. Ahí te das cuente lo que saben los lugareños.
-¿Corrías muy seguido?
-Sí podía, corría todas las semanas. Corrí muchísimas carreras, las más importantes de todo el país. Tuve la suerte de hacerlo en muchas provincias y autódromos. En cada carrera había una anécdota, conocí mucha gente, hice muchos amigos en todo el país.
Todavía falta, hay mucho más de este gran piloto tucumano. Y ustedes lo podrán leer en Motorplus Tucumán.