Ricardo García: pasión, esfuerzo y un sueño que acelera fuerte

En el último tiempo comenzó a sonar con fuerza en el mundo del automovilismo deportivo el nombre de Ricardo García, un apasionado de los fierros que desde hace años está ligado a la mecánica, pero que ahora decidió meterse de lleno en la competición.

Quisimos hablar con él para conocer cómo llegó hasta aquí (una historia tan conmovedora como inspiradora) y qué es lo que proyecta hacia el futuro.


¿Por qué mucha gente te conoce como Ricardo López?

-Mi nombre completo es Ricardo Alfonso García López. Cuando puse el taller, le puse Ricardo López por mi abuelo materno, que había fallecido justo en ese momento. Él siempre me apoyó y quería que yo tuviera mi propio taller. Mi papá al principio se sintió un poco, pero entendió.


¿Y por qué Kakaka Racing?

-Porque soy corto de genio y en una época tartamudeaba un poco para hablar, así que me pusieron “Kakaka”.


¿Por qué mecánico?

-Tengo 40 años. Cuando salí del colegio, a los 12, ya me gustaba andar con gente que estaba en el ambiente de los “fierros”, como Esteban Simonetto. Iba mucho al taller de Caram, que en esa época trabajaba con los coches de fórmula. Hoy tengo el orgullo de preparar un motor para su nieto, Jeremías Asat.


¿Cómo empezaste a trabajar?

-Por un aviso en La Gaceta que decía “busco mecánico. Dirección: Bolivia 2.339”. Ahí conocí a Miguel Leiva. Me preguntó qué sabía hacer y le dije “casi nada, pero tengo ganas de aprender”’”. Me dio el trabajo y el primer día me pasó una escoba: “tenés que empezar por acá -me dijo-, limpiar y aprender dónde está cada herramienta”.

Más que de mecánica, me enseñó valores. En ese taller conocí a Ricardo Risso y a Juan Peletti. Lo primero que hice fue ayudar a armar un Fiat 600 y empujarlo hacia el lado de la competición. Era muy chico, pero tenía muchas ganas.

Después seguí con Omar y César Pata, que me llevaron a Catamarca. Luego Miguel recibió un Fiat 147 de rally del doctor Manzone. Más tarde aparecieron Pedro Moraiz, Juan Padilla y Martín Maza, con quienes se formó un equipo de rally. Ese fue mi último tiempo con Miguel. En 2009 decidí trabajar por mi cuenta, haciendo mecánica general.


¿Cuándo y cómo te metiste en la competición?

-Mi suegro, Daniel Marcosia, también es “fierrero”, fanático de las motos, y mi cuñado Fernando era de las picadas. En 2014 empezamos con un auto mío que él corría.

En 2015 viajé a La Plata a buscar repuestos y ahí conocí a Ezequiel Jori (chasista), Nicolás Barrio (tornero) y Emanuel Canavoso (motorista). Son amigos que me enseñaron muchísimo. Me acuerdo que me iba a La Plata y me quedaba 15 días, para aprender, una locura. Ahí también conocí a Santiago Santiñaque, con quien armamos ahora un muy lindo proyecto.


¿Cuál fue el primer auto que hiciste en tu taller?

-En 2016, Ricardo Felipe y Ricardo García compraron un 1.100 y ese fue el primero que armé en mi propio taller, aunque por poco tiempo.

Ya en 2024, Ricardo Felipe y Pablo Turbay me pidieron un motor para el TP 1600 del Campeonato Salteño. También llevo mis motores Ariel Valderrama y después con el “Tucu” García. Por eso digo que Ricardo y Pablo fueron quienes me metieron de lleno en esto.


¿Hoy ya estás completamente abocado a la competición?

-Sí. Tengo tres motores en la categoría 1600 y el de Christian Fagioli en la 1100, con el que logré mi primer triunfo en Salta.


¿Qué pensás para el futuro?

-Mi sueño es hacer un motor para el Car Show Santafesino, y ya estoy en ese proyecto gracias a Hugo Asat, que quiere que le haga uno. Hace unos días también me habló “Beroso” Ortega, que me pidió un motor para el Car Show y me dijo que tengo que medirme a ese nivel. Eso me dio mucha fuerza.

Hasta donde me dé el bolsillo, la mente y con los pies sobre la tierra, quiero lograrlo. ¿Por qué no soñar con alquilar motores para esa y otras categorías? Pero primero tengo que ordenarme, porque todo esto va muy rápido y no quiero que me lleve por delante. Por suerte hay mucha gente que me ayuda y los escucho a todos. Hasta ahora lo hice como hobby, pero quiero profesionalizarme.”


-Por supuesto, Ricardo García empezó desde abajo y es muy agradecido con todos los que le dieron una mano…
-Sí, ya nombré a Miguel Leiva, a Felipe y a Turbay, también a los chicos de La Plata. Pero tengo que agradecer sobre todo a mi familia: mi mamá, mi señora Paula, mis hijos Lautaro, Benjamín y Lisandro, mi suegro y mi cuñado. A los chicos del taller -Iván Cañete, Franco Moyano y Carlos Sandez-, que son los que me empujan a seguir con este proyecto. A “Seba” Chincarini, que me prestó varias veces su banco de pruebas, y a “Panchito” Rodríguez, con quien entablé una gran amistad. Pido disculpas porque son muchos y seguro me olvido de alguien, pero soy un agradecido por todos los que de una u otra forma me ayudaron.


Ricardo García López nos contó su historia, que es realmente extensa y apasionante. Y también nos adelantó que esto recién empieza: una historia que, sin dudas, tendrá muchas páginas más.

1 comment
Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Total
0
Share