
La tristeza por la pérdida de un amigo nos embarga. Pero en Motorplus Tucumán sabemos que la mejor forma de recordar a Rubén Posse es contando sus historias. Por eso, aquí recordamos sus mejores frases dentro de un extenso reportaje que le hicimos en abril y que publicamos en tres tramos.
En esta segunda parte, el múltiple campeón ahonda en detalles sobre sus experiencias en el rally:
“Desde que comencé hasta que dejé de correr, cambiaron mucho las carreras. Antes eran tramos de muchos kilómetros. Yo en el auto llevaba muchos repuestos, porque había tiempo de cambiar alguno o una goma y seguir en carrera. Al final, uno así podía terminar bien ubicado. Hoy los tramos son muy cortos, y si tenés problemas no recuperás más”.
“Me acuerdo en el Mundial del 93, cuando corrí con José Luis Cadiñanos, cuando largamos a las tres de la mañana de Tucumán en enlace y a las 8 ya teníamos la primera prueba en Deán Funes. Nos congelábamos en el enlace dentro del auto, íbamos con colchas, no se aguantaba el frío. Pasando Recreo había un señor saludando a los competidores con un fogón. Nosotros paramos y nos calentamos un rato. Corrimos todo el día, llegamos al “Chato” en Córdoba, al súper especial a las 11 de la noche. Recuerdo que en ese momento pensé, ‘esto no es lo que yo quiero’. En vez de disfrutar, estaba sufriendo. Terminamos la etapa, comimos, llegué al hotel, me senté en la cama y me quedé dormido con el buzo y las botas. Cuando me despierta José Luis eran las 6.30, no lo podía creer, era como si no hubiese dormido. Hacer un Mundial era tremendo. Comenzaba 15 días antes con la hoja de ruta, con mil anécdotas lindas y feas en el medio. En esa carrera ganamos varios tramos y los cordobeses me comenzaron a mirar distinto. Hasta Cosma, el preparador, se acercó y me preguntó si quería probar sus levas. Por supuesto que nadie me regaló nada, todo era esfuerzo y trabajo”.
“Después de los dos mundiales del 92 y 93 ya me dediqué a correr más en el Nacional y en el NOA. Aquí en Tucumán no se hacía mucho. Desde el 95 o el 96, el NOA estaba medio desarmado y corrí el Nacional. Lo hice varios años con el Fiat Regatta y después con el VW Gol, con todo el apoyo de Miguel Zabalía. No pude ganar el campeonato, fui dos veces subcampeón. Cuando corrimos con el Gol recuerdo que, en el campeonato del 99, nos adjudicamos todas las carreras en las que llegamos. No ganamos el campeonato porque el auto se paró varias veces y cuando se paró, estábamos ganando”.
“En 2000 o en 2001, no recuerdo bien, podríamos haber seguido con el Gol, pero salió el proyecto de un Subaru Grupo A preparado por los hermanos Barattero. Por la situación económica del país sólo pudimos hacer un par de carreras con ese auto”.
“En el Nacional de Tucumán de 2004, de casualidad corrí con un Mitsubishi. Yo había alquilado un Fiat Bravo, pero cuando estaba viajando el equipo, tuvo un accidente en el que volcó la camioneta con el auto que venía en el tráiler, así que me quedaba sin correr. Pero sobre la hora de la técnica de la carrera me ofrecieron el Mitsubishi. Corrí con Carlos Russo, no duramos mucho, antes de terminar el primer tramo se rompió el turbo y abandonamos”.
“Desde entonces se desarmó el proyecto y volví al Regatta, pero sólo en algunas carreras. Corrimos un Nacional con José Luis en Tucumán y ganamos. Después paré, se hacía grande el presupuesto, además yo le quería dedicar tiempo a la familia. Al tiempo, el papá de Salomé Rodríguez me da su apoyo para que vuelva, con la condición que la lleve a su hija de navegante. Así corrí dos carreras y al final hice algunas pruebas navegado por Fernando Tosi”.
“La última carrera que hice es la de 2010 en Arcadia, con Tosi, y la ganamos. De ahí en más no corrí más, incidía mucho lo económico. Me dediqué a apoyar a mi hijo, que jugaba al tenis y le estaba yendo muy bien a nivel nacional. Yo lo acompañaba a los torneos y eso llevaba mucho tiempo”.
“En la misma época del Gol, conocí por medio de José María Drago a Miguel Zabalía, de quien después me hice amigo. Él comenzó a apoyarme cuando corría en el Regatta y después compré el Gol para el Nacional. En esa época aparecieron las carreras de 4×4 del programa de TV “El Garage”. Estaba muy bien armado y con varios equipos oficiales fuertes. Miguel me dijo ‘armemos un equipo y nos metamos’. Y así fue. Esa experiencia me enseñó muchas cosas, como aprender a navegar con GPS. Las carreras tenían muchas complicaciones y había que sortearlas, encontrar puntos de paso a las 3 o 4 de la mañana. Teníamos que trabajar mucho en equipo, a veces teníamos que enganchar la camioneta con malacate a algún árbol para poder subir algunas cuestas. La verdad, fue una experiencia muy buena”.