
Sin dudas, fue una de las categorías más importantes que tuvo el norte argentino. Corrió desde mediados de la década del 80 hasta fines de los 90, pero hoy sigue asombrando porque es el único club, al menos en Tucumán, que continúa unido y organizando este tipo de festejos. Eso es lo que lo distingue: la solidez del vínculo que se formó fuera de las pistas.
La gran responsable de mantener ese espíritu es Sandra Berral, quien desde los inicios fue secretaria del club y hasta el día de hoy, con mucho carisma, supo mantener unido al grupo. Siempre acompañada por el que fuera uno de los presidentes, Eduardo El Éter, y un gran número de pilotos que aún dicen presente en cada reunión.
La del jueves pasado no fue una reunión más: se celebraron los 40 años de la primera carrera de la Monomarca Dodge, un acontecimiento que se reflejó en la gran concurrencia, con cerca de 50 personas entre fundadores, pilotos de la categoría, corredores de otras divisionales, dirigentes, familiares y amigos.
Uno de los momentos más emotivos fue la presencia de Peter Olaz, hijo de Ramón “Lalo” Olaz (un referente desde el primer día de la categoría y quien nos dejó hace poco tiempo). Peter compartió la cena con el salteño Oscar Solís, de Rosario de la Frontera, y juntos recordaron aquellos inolvidables duelos en pista entre “Lalo” y Solís.
También fue muy grato ver a Antonio Berral (padre de Mario y Sandra)y “Tito” Díaz (padre de “Cachín”), quienes, siguen celebrando junto al club. “Tito”, además, aprovechó la ocasión para soplar sus 91 velitas.
La fiesta tuvo de todo y estuvo animada por Eduardo El Éter, quien junto con Sandra Berral entregó diplomas a todos los pilotos presentes. Cada uno de ellos tomó la palabra para agradecer y compartir recuerdos, en discursos cargados de afecto y emoción. No faltaron algunas lágrimas.
El broche de oro llegó cuando todas las mujeres de la fiesta se unieron para soplar las velitas mientras todos cantaban el “feliz cumpleaños”.
Fue una noche mágica para el automovilismo tucumano, y lo mejor de todo es que quedó la promesa de seguir repitiéndolo.