
Hay padres que corren. Que navegan. Que lo ponen todo, antes, durante y después de una carrera. Que asumen el peligro, pero no olvidan la pasión que los mueve.
Hay padres que preparan motores. Alistan los chasis. Cuidan que cada pieza esté en orden. Están los que ajustan tuercas, enderezan una chapa. Pintan y plotean. Controlan cada detalle de la máquina cómo si fuera una parte más de su cuerpo, que en realidad lo es.
Hay padres que toman tiempos, los convierten en planillas. Los que verifican, controlan, hacen cumplir los reglamentos, velan por la seguridad, advierten sobre lo que está bien, administran y conducen. Flamean banderas, auxilian. Organizan, promueven, publicitan, informan.
Hay padres que alientan hasta el último segundo antes de salir a pista. Fanáticos que se ponen al lado de la pista y/o los caminos. Devotos de las cábalas, adoradores incansables del olor a nafta, del motor encendido tras miles de intentos, del escape atronador, del vértigo.
Hay padres. Y padres de los padres. Algunos, este domingo, estarán en casa y recibirán todo el cariño. Otros estarán en carrera. Pero también estarán aquellos que ya no están, siempre en el corazón y en la mente de sus seres queridos.
En este Día del Padre, lo mejor de lo mejor para todos.
La redacción de Motorplus



