Para un piloto, ganar frente a su público, es una de las cosas más lindas. Pablo Morán lo sabe y, a partir de un trabajo demoledor el fin de semana, volvió a regalarle a su gente una victoria, después de haber vivido días de mucha intensidad, por el trabajo contrarreloj en el que estuvo sumido para poder rearmar el Ford Ka destruido por un choque en General Roca.
– La previa fue realmente complicada…
– Sí, mucho. Nos atrasamos en empezar a rearmar el auto. Lo terminamos a las 6 del viernes, encima del inicio de las actividades oficiales. Le pusimos las ruedas y lo llevamos a la asistencia, sin saber cómo había quedado después del choque.
– Es de imaginar su cansancio…
– El viernes directamente no dormí. Hicimos la hoja el jueves, terminamos de hacerla y seguí con las tareas en el taller. Después de la rampa, más trabajo…
– Cuando llegaste al final, ¿qué es lo primero que sentiste?
– ¡Ganas de irme a descansar! Jaja. Es que estuve a mil en los últimos días. Eso, más la adrenalina de la carrera, fue tremendo. Fue una odisea esto de correr. Encima hubo que atender el auto de mi hermano, que corría en el Provincial. Habitualmente con él nos damos una mano, pero cuando coincidimos en un mismo fin de semana, es agotador.
– ¿Qué te quedó de la carrera?
– El sábado anduvimos muy bien, arriesgamos y el Ka se portó de diez. Fue una gran etapa, bajé muchísimo el tiempo con respecto al mejor de mi clase del año pasado. Y el domingo, en el asfalto, salimos bien los dos primeros tramos y los ganamos. Y ya en el último levantamos. Las cosas se mantuvieron en alto nivel. Traté de correr muy concentrado, para no ceder nada. Al final me relajé un poco, pero igual pude ganar la etapa.
– ¿Cómo sigue tu historia ahora, después de este triunfo y de su renacer en la carrera por el título?
– Ahora, más que nunca, a pensar en el campeonato. Hay que trabajar duro para mejorar el presupuesto, cosa de llegar con resto a los próximos desafíos.