A una semana de haber estado a las puertas de una gloriosa actuación en la Clase 2 del TN, que solo un problema eléctrico en su VW Gol Trend frustró, Lucas Mohamed siente que la experiencia de Las Termas fue un capítulo más de lo que es el automovilismo: un deporte en el que nada está asegurado hasta la bandera a cuadros.
– ¿Te dura la bronca?
– Un poco sí, pero más que nada porque el auto en su conjunto era muy bueno y podía haber logrado grandes cosas. Una pena que haya aparecido ese problema eléctrico.
– ¿Ya se sabe qué lo produjo?
– Aún no. Así que como trajimos el auto de Las Termas, lo dejamos en su lugar hasta el jueves, cuando recién lo bajamos. Entre la noche del sábado y la madrugada del domingo le cambiamos todo lo que era posible cambiar, para que la falla de la serie no se dé de nuevo. Lo único que no hicimos fue cambiar la centralina, su cableado y la carburación, un trabajo complejo que requiere de aparatos que no se pueden llevar a un autódromo.
– ¿Y qué piensan hacer?
– En principio, ya pedí presupuesto para cambiar todo el cableado. Es caro, pero una tarea necesaria.
– ¿Qué le decís a la gente que otra vez fue a mostrarte apoyo?
– Que son los mejores del mundo. Ir a alentarme y no poder devolverles con un buen resultado tanto afecto, me duele. Por eso una vez que terminó todo me fui a las tribunas a estar con gran parte de ellos, para dar la cara y decirles en persona qué me había pasado.
– ¿Cómo se sale de esto?
– Con trabajo. Si cuando nos va bien trabajamos día y noche, imaginate cuando nos va mal…