Continuando con la idea de contar historias relacionadas con el Club de Pilotos Monomarca, esta vez quien asume protagonismo es “Micky” López. Fue un bueno en serio, tanto dentro como fuera de la pista. En una visita a su casa, en busca de sus recuerdos, no dejamos de disfrutar de esa risa contagiosa, la que cada fin de semana de carrera nos alegraba algún momento en los distintos autódromos.
Llevaría mucho tiempo y espacio para hablar con “Micky” de automovilismo. Para tener una idea de quién fue, nos remitimos a un título escrito en 1992, que apareció entre las fotos y recortes que atesora. En él se lo calificaba de “Piloto del pueblo”. ¿Por qué? Es mejor reproducir el texto para entender…
“En el deporte se puede ganar, salir campeón, demostrar ser el mejor, pero hay un logro muy difícil, que no se consigue a través de triunfos circunstanciales. Llegar al corazón popular, ganarse a la mayoría, en el automovilismo es más difícil todavía, porque no todos saben separar posibilidades de máquina-piloto. El domingo 14 de junio, en la carrera del TC del NOA, ‘Micky’ López se consagró como piloto del pueblo. Se jugó la vida en cada curva, aprovechó al máximo las bondades de los fierros que prepara Chincarini, la suspensión de Novak, el apoyo de Enrique Palacios de Nort-Vision y el corazón de ‘Banana’ López en la puesta a punto y en todos los detalles. Pudo llegar al podio y de esa manera estar puntero con 35 puntos en el campeonato 1992.”
Ese domingo, la popular siguió de pie el dramatismo de las últimas cinco vueltas. López, que largó último, estaba en la punta. El aplauso y los gritos de aliento no se hicieron esperar. Al fin y al cabo, son el premio más grande al que aspira un deportista.
“Lo que pasó ese día fue fruto de ocho años de desvelo, alegrías y frustraciones. Gracias al incondicional apoyo de mis amigos y el aguante de la familia, ese año estuve luchando el campeonato”, declaró “Micky”. Campeonato que, por otra parte, había tomado el mejor color, porque se sumaron pilotos y marcas. La categoría estaba revitalizada. Y el final se anunciaba no apto para cardíacos.
Y volvemos al texto en cuestión…
“Miguel Francisco López, nacido el 25 de marzo de 1957, profesor de inglés, vendedor de autos, casado con María Eugenia, feliz padre de Facundo (tres años) y Agustina (dosa), hijo de Francisco “Banana” López y de Julia Elena Alonso, nieto de doña Agustina, que el domingo lloró de emoción, el que puso de pie a la popular, la que más sabe, el que cambió la tranquila fisonomía al barrio que lo espero para saludarlo a la vuelta al hogar, ‘Micky’ López, el 14 de junio de 1992, se convirtió en el piloto del pueblo.”
“Micky”, entre el mar de recuerdos, dio su opinión sobre lo que significó para él la Monomarca. “Marcó un antes y un después en mi vida. Yo quería correr, no teníamos los medios, mi viejo era mecánico, él fue mi primer hincha, con él empezamos a hacer realidad un sueño. Corrimos en la mejor época de la Monomarca, la categoría me ayudó a formarme como hombre, como persona, por ellas hice amigos nuevos, y una vida diferente.”
– ¿Entre qué años corriste en la categoría?
– Desde la primera carrera. Me acuerdo que fuimos a la presentación, que se hizo en el por aquel entonces Grand Hotel, con el auto sin motor. Corrí creo que hasta el año ‘98, que es cuando nos empezamos a casar. Cuando estás de novio, a tu novia le encanta el automovilismo, cuando te casás ya no quieren saber nada, jajaja.
Así es Micky, siempre con una frase graciosa o un recuerdo risueño. De él volveremos a hablar. Está dicho: llevaría mucho tiempo y espacio para hablar con él de automovilismo. Este es sólo el principio; seguramente él nos ayudará a escribir más páginas de la historia de la categoría.