
Bastó un llamado telefónico, para pedir un encuentro para charlar un rato de automovilismo. Del otro lado, y sin ninguna duda, contestó: “cuando quieras”. Hablamos del doctor Héctor Matteo, que nos invitó a su estudio para que la charla sea tranquila. Llegamos a la hora indicada y casi ni tuvimos que preguntar nada: de manera espontánea comenzó con un relato apasionado.
“El automovilismo me gustó desde siempre. Yo nací en Santiago del Estero y desde muy chico ya me enloquecía por ver carreras de autos, cuando tenía 14, 15 años. Hasta me escapaba de casa para venirme a Tucumán a ver carreras. Era increíble ver al Turismo Nacional en autódromo ‘Nasif Estéfano’, o alguna Vuelta del Norte. Me tomaba un colectivo a Tucumán y desde ahí otro a Concepción; luego hacía dedo hasta Alpachiri para ver la largada. El automovilismo siempre estuvo dentro mío.”
No resultó fácil resumir en un solo reportaje lo charlado en casi una hora. La riqueza de los conceptos vertidos fue tal que, seguramente, habrá más textos a la brevedad. Para comenzar a conocer a Héctor, aquí algunas de sus palabras…
– ¿Cuándo llegás a Tucumán?
-En 1978 me vine a estudiar derecho. En octubre, circunstancialmente, una de mis hermanas se conectó con Fernando Malmierca, que tenía un programa de automovilismo en LV12 y así me relacionó con el automovilismo. A mí siempre me gustaron los medios de comunicación; me acuerdo que de chico me hacía el relator de partidos de fútbol y de carreras de autos. Así comencé en lo que después fue la pasión de mi vida, los medios de comunicación.
– ¿Te acordás de ese primer programa?
-Comencé en uno que se llamaba Puesta a Punto, donde además de Malmierca estaban Víctor Barraza, Rubén Real, Alberto Caram. Con este equipo hacíamos de todo, llegamos a relatar dos veces la Fórmula 1, y yo tuve un lugar privilegiado, que era el patio de boxes. La línea de LV12 estaba entre el box de Williams y de Brabham. Recuerdo una anécdota: yo estaba mirando el monitor de Brabham y vi el abandono del mexicano Héctor Rebaque. Le paso entonces la información a una joven periodista, Silvia Fernández Barrios, que en ese momento transmitía para ATC y ella da la noticia a todo el país, algo que para mí fue fantástico. En esa época estar en boxes era cruzarse con los mejores pilotos: Mario Andretti, René Arnoux, Alan Jones, Carlos Reutemann. Ver cómo se arreglaban los autos desde muy cerca, era tocar el cielo con las manos.
– También transmitían las carreras en la montaña, ¿cómo lo hacían?
-Sí, además de informar en el programa, hacíamos transmisiones, lo que era realmente fantástico. Trabajar con los sistemas de comunicaciones era eso. De pronto había que hacer un puesto en lugares desérticos, por ejemplo el Nevado de Cachi en Salta, donde había que llegar como podíamos y empezar a tirar cables, levantar antenas y probar para ver si te recibían en Tucumán. Fue increíble, subimos al nevado en un ‘Fitito’ (un Fiat 600). Una vez que conectábamos todo, enseguida comenzaban a pasar los autos en carrera. Todo el mundo esperaba nuestra transmisión, nosotros le dábamos el ‘top’ y de ahí se sacaban las diferencias entre autos. Era la forma por la cual la gente podía saber cómo iba la carrera y los equipos para conocer si sus pilotos estaban en competencia y en qué estado venía el auto. No había ningún otro medio de comunicación, sólo la magia de la radio. Los pilotos eran nuestros amigos, a muchos los teníamos vendidos con avisos. Por ejemplo, Guillermo “El Lelo” Alonso era “Piloto Yatasto Estación de Servicios de Congreso y San Lorenzo”. O Rubén Cayetano Salim, era “Piloto La Fortuna y Salim lo hará millonario, agencia de quiniela en 24 de Septiembre, frente a la iglesia La Merced”. Y así teníamos muchísimos avisos.
– Se nota que viviste muchos momentos excepcionales…
-Sí, me tocó ver grandes carreras y duelos entre los tucumanos y los santiagueños. Pero también con los salteños, con los jujeños. También viví la tristeza de ver el cierre del autódromo de Tucumán, que en ese momento era grandioso, con boxes con persianas. Y también la alegría cuando se lo abrió de nuevo, el resurgimiento del automovilismo con la Monomarca Dodge. Fueron muchas cosas vividas.
– ¿Cuándo empezaste a desligarte del periodismo?
-Llegó un momento en que tuve que elegir: seguir con el automovilismo o recibirme de abogado. Y no tenía muchas opciones, había que pensar en cómo mantenerme, a mí y a mi familia. Con el automovilismo no alcanzaba, así que me dediqué a terminar la carrera. A la vez, me fui metiendo más en los medios, pero ya de otra forma. Monté mi estudio de abogado y comencé a ejercer, siempre ligado a los medios. Fui director de Radio Nacional, después LV7 me contrató como abogado y ahí estuve ocho años y hasta hoy soy el abogado apoderado de Canal 10.
– Pero no dejaste de ver automovilismo…
-No, siempre estoy viendo carreras por televisión, voy a ver los rallies mundiales. Seguí muy de cerca a Roberto Sánchez. Con él fue tener nuevamente un ídolo, después de Nasif Estéfano. Si bien tuvimos muchos ídolos antes, como ‘Pirincho’ Parra, ‘El Lelo’ Alonso, ‘Boni’ Blasco, pero Roberto trascendió a nivel país con muchos campeonatos nacionales y después sudamericanos. Yo vi todas las carreras en Tucumán y cuando se corría en provincias vecinas.
– ¿Seguís a los pilotos actuales?
-Lo sigo a Lucas Mohamed, a los hermanos Ortega. Con ellos me pasa algo lindo, porque tuve un buen trato con sus padres y ahora los veo a ellos correr.
– Hoy se te puede preguntar: ¿tenías predilección por algún piloto o alguna marca?
-Sí, era hincha de Fiat. En esa época corrían con la marca ‘Pirincho’ Parra, Carlos Acoto, ‘El Toti’ Farina, que después corrió también con Peugeot. En cuanto a pilotos, mi ídolo era ‘El Toti’, porque representaba a Santiago del Estero y competía con los grandes. Yo fui muy amigo del ‘Flaco’ Novak, que tenía un taller con Escoba de socio, le decíamos ‘La Fortaleza de Escoba y Novak’. En ese taller se preparaban muchos autos, no sólo de Tucumán, sino de todo el Norte. Yo iba siempre a ver qué novedades podía sacar de ahí, para informar en la radio.
– Como persona de los medios, ¿qué consejo podés dar a quienes están hoy en el lugar que ocupabas?
-Primero, tenés que tener vocación, ser responsable y tener seriedad para hacer las cosas. Esta profesión es muy linda, pero a la vez difícil, tenés que venderte vos mismo, pero si hacés las cosas bien. En algún momento podrás empezar a ganar plata, pero al principio hay que sacrificarse. Cuando yo comencé, iba a la radio en bicicleta y no tenía ni para un café, pero lo hacía con pasión.
– ¿Cómo te llevás con los otros deportes?
-Me gusta muchísimo el basquetbol. En Santiago del Estero tenemos dos equipos en la Liga Nacional: Olímpico y Quimsa. Los sigo a los dos por internet o por televisión. En los medios gráficos, a pesar de que es la liga más importante, no informan nada, y es una lástima.
– ¿Y con el fútbol?
-También lo sigo, me gusta. Soy de Atlético y de Boca.
– ¿Cómo tomas lo hecho por Atlético este año?
-No soy exitista, me gustó y disfruté que Atlético haya jugado la Copa Libertadores, pero me parece mucho más importante que se mantenga muchos años en primera.
ALGO PERSONAL
Héctor Rodolfo Matteo está casado con Beatriz Anabia y tiene tres hijos: Gonzalo, Sofía y Agustina. Y ya tiene nietos: Tomás, Simón, León y Lorenzo.
UNA ANÉCDOTA
“Una vez fuimos a Buenos Aires con mi esposa. Ella se fue de compras y yo me fui a tomar un café frente a Radio 10 y, de paso, ver cómo trabajaban allí. Estaba al aire el programa de ‘Baby’ Etchecopar, después llegó Rolando Hanglin. Un ratito después, ‘Baby’ estaba sentado detrás mío comiendo con su pareja, me levanté, lo saludé y conversamos un rato. Fue muy amable. Cuando se los conté a mis amigos me dijeron que era un ‘cholulo’, pero yo sabía que la pasión que siento por los medios es lo que me movió a hacer eso.