Durante algunos años, los Herrera le dieron forma a su pasión por el rally en Tucumán. Papá Alberto y su hijo Rubén sumaron kilómetros al comando de un Fiat 128 y se hicieron un lugar, ganando carreras y también un campeonato.
En la temporada 2008, Alberto se dio el gusto de adjudicarse varias carreras, y por ello llegó al final de la temporada convertido en campeón de la clase A-5. A su lado, su cuñado Jorge Sueldo.
Rubén pudo festejar por primera vez en San Pedro de Colalao, en la A-5s.
Los Herrara, nacido y criados en el corazón de Villa Alem, hicieron del taller de Buenos Aires al 1.600 el búnker sobre se armaron y desarmaron autos de carrera. A las competencias no iban solos, sino que eran acompañados por un nutrido grupo de familiares.
Con un presupuesto muy corto y un gran sacrificio, padre e hijo fueron forjándose un lugar en el rally, una pasión que compartieron y supieron querer.