
Un grupo de enduristas pudo, finalmente, concretar con éxito la fiesta del Día del Niño en San José de Chaquivil. Para ellos, y para los destinatarios del encuentro, fue una jornada llena de alegría. Federico Quesada, José Ignacio Artigas, Pablo Pizarro, Juan José Flores, Fabián y Gerardo Toro fueron etiquetados en un material que “Fede” compartió en sus redes sociales.
El texto, cargado de emoción, escrito por Quesada, se reproduce aquí de manera textual:
“Lejos de la fecha acostumbrada (por razones sanitarias del momento que atravesamos) y con mucha ilusión de los peques que nos esperaban desde entonces, logramos el objetivo de cada año: regalarles un día especial a nuestros amiguitos que viven en los cerros.
La fiesta para nosotros dura dos días, ya que desde que arrancamos nuestras motos a destino comenzamos a disfrutar de absolutamente todo. Comenzando por el lindo y por sectores complicados recorridos, transitando sendas y valles que nos llevan a donde nos espera Elsa y su familia, ya en “la oración”, recibiéndonos con abrazos cargados de mucho cariño y con un mate cocido con yuyito bien calentito con pan casero que ayuda a recuperar las energías del cargado e intrincado viaje. Seguidito nomás de la merienda llega el momento de armar el “cronograma” del festejo, sonando ya las guitarras y el bandoneón del hijo de la dueña de casa, Dante.
El reloj que sigue adelante en la noche que refresca, ya se empieza a sentir ese olorcito a comida que anuncia un manjar en las pupilas gustativas. De entradita unas empanadas fritas mundialistas y siguiéndole de cerca ya viene empujando un cordero adobadito con rusa, como pa’ chuparse los dedos. Obviamente todo esto bien regadito, ahora sí, sopita y ¡a descansar! Sin antes salir a ver el manto de estrellas que hasta parecen ser alcanzables en la noche clara.
Temprano en la mañana con el sol aún ausente, se empiezan a ver venir a lo lejos -y desde lejos-, a los chicos con sus padres, llegando al lugar elegido para compartir. Con el entusiasmo en sus caritas los invitamos a desayunar, gracias a los alimentos que ustedes nos ayudan a conseguir. Es momento de salir a conocer a los payasos y saltar un rato en el pelotero, esperando a los demás amigos para comenzar a jugar. Con toda la energía arrancamos con juegos recreativos. Todo es risa, diversión y compañerismo buscando ganar los ansiados premios. El mediodía que se hace presente con Don Febo en las 12 en punto. Llega la hora de los paseos en moto, obsequiándoles esa sensación de libertad que nosotros disfrutamos y que rápidamente nos lleva al momento de compartir el rico almuerzo preparado con un amor inconmensurable de parte de los cocineros del lugar. Antes del primer bocado, toca bendecir la mesa, agradecer por los alimentos y por el momento compartido juntos. Ahora sí, ¡a comer esas hamburguesas! (que también fueron gracias a sus colaboraciones). El tiempo no se detiene y hay que apurar la vuelta para que no nos agarre la noche.
¡Llegó el momento más esperado!
La entrega de los juguetes y los sorteos de las bicicletas, la música disminuye y comenzamos a despedirnos, prometiéndoles la vuelta.
Ustedes no se imaginan, o sí, lo que es ver esas caras llenas de felicidad y expectativas por ver qué regalitos les tocan. Son miles de sensaciones emocionantes que te invaden y nuestra gran retribución se encuentra sólo en un tierno “GRACIAS”, en esos ojitos brillosos de aquellos inocentes niños que viven lejos de toda comodidad y en una realidad muy diferente…
Ese mismo “GRACIAS” es extendido a todos y cada uno de ustedes que nos ayudaron y ayudan año tras año a hacer un día especial para nuestros amigüitos que viven en nuestras montañas.
Namasté. “Es a través de la gratitud por el momento presente que se abre la dimensión espiritual de la vida”.