
El repaso de la vida deportiva de Jorge Rotondo, que Motorplus Tucumán viene desarrollando, ingresa en su parte 4, en la que se hace centro en su llegada a la Fórmula 1 Mecánica Nacional.
“Fue una etapa muy linda. En la Fórmula 1 no sabés las cosas que hacíamos. Juan sabía mucho y, cuando llegamos por primera vez a Buenos Aires, nos decían ‘no toquen esto, no toquen aquello’, no dejaban que toquemos nada. Cuando volvimos a Tucumán, se quemó el embrague, y Juan fue se puso a buscar. Le puso varias cintas de un Gordini y no se rompió más. Con el múltiple pasó igual: nos decían que el múltiple no se consigue, que usemos uno importado. Juan diseñó un escape que después se lo préstamos a Ramón Requejo, campeón de la Fórmula 1”.
En escena aparece otra vez una anécdota en la que aparece Luis Rubén Di Palma. “Cuando salimos de hacernos una revisación, Luis me preguntó: “Che ‘Tucu’, querés comprar una moto sky?” “¿Qué?”, le dije, “¿qué es eso?” “Es una moto para andar en el agua”, me dijo. Ahí lo miré y le dije: “mirá Luis, somos seis hermanos que trabajamos en esto, yo soy un trabajador, el lunes vuelvo a Tucumán, me pongo el mameluco y trabajo, no soy dueño de un ingenio, al auto lo compramos entre varias personas, formamos una peña y yo vengo a correr por que gané dos campeonatos de la Fórmula 3000”. Ahí el tipo me empezó a apreciar y a ayudarme.
La primera salida al circuito de Buenos Aires trajo sus problemas, pero Di Palma lo defendió. “Yo salí por primera vez al circuito y, como no lo conocía, me mandé en una curva que no era, sino la siguiente. Venía un tal Baruscoti atrás mío y lo molesto, casi me lleva puesto. Yo sigo y me voy como 200 metros afuera por el césped. Como buen provinciano, pensé “espero que no haya vizcacheras”. ¿Qué vizcacheras?, era una mesa de billar. Cuando llego a boxes, me empezó a recriminar, yo le explique que era nuevo y no conocía el circuito, pero siguió. Ahí se me salió la cadena y lo mandé a pasear, fue y le avisó a Miguel Ángel Guerra que era de su equipo y este hizo un reclamo. Quería que no me dejen largar. ¿Te imaginás? Me querían quitar la licencia. Ahí fue cuando apareció Luis y me defendió. Tuve una amistad muy sana con él.
Una cosa lleva a la otra y aparece en el relato Ramón Requejo, el varias veces campeón de Fórmula 1 en Argentina.
“Hablando de navegantes -en aquella época acompañantes-, una vez yo andaba en un Fairline de Antonio Berral y Requejo me pidió que lo llevara. Yo iba a veinte km/h y tratando de no hacer macanas. Hicimos un par de cosas y, cuando llegamos, me dijo que se sintió muy cómodo, porque no era loco para manejar. ¡No sabés lo que me había costado andar así!”
-¿Cuánto tiempo estuviste en la Fórmula 1?
-No llegué a estar un año. La primera carrera en Buenos Aires salgo décimo. Después, en Salta, termino tercero en la serie y después en la final se me trabó la caja. Después fui a Mendoza, también largué decimo la final. Me acuerdo que los tres primeros eran Guerra, Monguzzi y Di Palma. También corrí en San Juan. El que manejaba la categoría era Eros Borgogno, un gran dirigente del automovilismo nacional. Me acuerdo que, cuando iba a Salta, pasaba por el taller de Juan y nos comíamos un asado. Él fue uno de los que me alentaba a estar en la categoría.
-¿Costaba mucho correr en esa categoría?
-Se hacía mucho sacrificio para poder correr. Viajábamos noches enteras para tratar de no dejar el taller mucho tiempo y lo mismo para volver de las carreras. El lunes ya teníamos que estar al pie del cañón. Si bien se ganaba plata por carrera, lo que ayudaba con los costos de los viajes, armar y mantener el auto era muy caro. Había piezas que costaban mucha plata y para andar adelante había que tener lo mejor.
-¿Y después de la Fórmula 1?
-Allá por el 77 me fui a vivir a Santiago, donde arme algún auto pero no tenía mucho tiempo. Ya estaban los chicos, era más difícil y al taller lo atendía yo solo. Sólo hice un par de carreras. Después me voy a vivir en Salta, donde me hago amigo de los Fabroni, quienes me regalan un Dodge Polara incendiado para que lo haga TC del NOA. Se lo mandé a Juan, que me lo armó. Pero era muy pesado. Después logré armar un Falcon, hice algunas carreras en Salta y también una en Tucumán. Creo que fue la única vez que vino la categoría, fue allá por el año 85.
¿Hay más historias con Jorge? ¡Claro que sí! Para el siguiente capítulo, habrá que esperar. Paciencia, porque los recuerdos de esto loco lindo nunca terminan…