Jorge Rotondo, loco lindo (3)

Entre un sinnúmero de anécdotas que compartió Jorge Rotondo, ingresamos en el momento en el que empezó a correr con los autos de fórmula, una etapa más que importante en la vida de este gran piloto.

Charlar con Jorge y tratar de llevar un hilo en la conversación es imposible. A cada instante se acuerda de alguna anécdota de cualquier época y seguía el diálogo por ahí. En algún momento volvía a donde había comenzado. En fin, todo es historia.

Su encuentro con Luis Rubén Di Palma ocupa un lugar en su memoria. Saltando en el tiempo, Jorge recuerda sus épocas en la Formula 1 Nacional, cuando fue a Buenos Aires y le tocó hacer la revisación médica. “Se sorteaban los turnos y a mí me tocó con Luis. Era increíble lo que era. Cuando salimos y teníamos que cruzar la avenida, todos se paraban y lo saludaban y yo a la par, ¡no te imaginas lo que era! Yo había comprado el F1 de Daniel Sancho, lo pagamos con diez préstamos que sacamos de una cooperativa. De los diez yo pagué siete, los otros lo pagaron amigos que me querían ayudar”.

¿Cómo fue la época de las fórmulas?, se le pregunta. Y él dice: “En la 3.000 fui campeón dos años”. Ahí Jorge comienza nuevamente con saltos de un lado a otro en el recuerdo. “El primer auto que corrí fue uno que el mellizo Eduardo El Eter le compró a Miguel Carretero, con motor Playmouth. No andaba ni yo ni el auto. Después me subo a un auto que Antonio Berral compra, que había sido de Nasif Estéfano. Tenía un chasis Volpi, era de Fuerza Libre. Lo compramos y lo transformamos. Trabajé muchas noches con Antonio, un compadrazo y excelente mecánico. Después, ya armé dos autos míos junto con Juan. Yo usaba un motor Ford que era de 3.800cc y le achicábamos la cilindrada. Comprábamos las camisas del Peugeot que era 2.000, le poníamos los seis y quedaba 3.000. Lo mismo pasaba con el Chebrolet. Era para no encarecer mucho la categoría.

¿Tenían buena potencia esos autos?, se le consulta. “¡Sí! Yo calculo que al curvón llegábamos más o menos a 215 km/h. Te imaginás, esos motores en carrocerías de poco peso, era impresionante lo que andaban”.

– ¿Cómo era llegar a esa velocidad al curvón?

-¡No sabés! Yo comencé a correr con frenos a campana, llegabas al frenaje y tenías que tocarlo para ver qué hacían. ¡Agarrate era! Salías para cualquier lado, era muy arriesgado correr en esa época.

-¿Quiénes eran tus rivales?

-Había muchos y buenos. Recuerdo a “Pancho” Roselló, Dip, Tuttolomondo, Carlos Morales, Ángel Benzi, el petiso Juan Carlos Loretto. ¡Era bravo el petiso! Todos eran trabajadores. En esa época éramos pilotos, mecánicos, hacíamos todo. Se podía trabajar mucho en los autos y cada uno usaba su ingenio para hacerlos.

-Salís dos años campeón y de ahí a la Fórmula 1…

-Sí, como había sido campeón dos años, mis amigos me incentivaron para que incursione en la Fórmula 1 Mecánica Nacional. Compramos el auto de Daniel Sancho, fuimos a Santa Fe a buscarlo, me lo habían vendido desarmado. Estuvimos dos días armándolo con sus mecánicos y, cuando estuvo listo, lo salí a probar en una calle con adoquines. Sólo hice unas cuantas cuadras, no sabés lo que aceleraba y se ponía en el aire. Doblé en una esquina donde había un acoplado parado, gracias a Dios no le pegué. Cuando me detuve me retaron mal, pero mio entusiasmo era grande, ni siquiera sabía en qué cambio iba”.

Ahí comienza la historia de la Fórmula 1 Mecánica Nacional, un acontecimiento gigante no sólo para Jorge, sino también para la provincia de Tucumán.

Esta historia continuará…

1 comment
  1. Que lindo es escuchar a Jorge que te cuenta con detalles cada detalle, valga la redundancia.
    un gran amigo del café Floresta.
    Lo admiro.
    es sobre todo, un lujo como persona.

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