
Siempre que uno encuentra en la calle a Carlos Porcel, automáticamente surge la charla sobre el automovilismo y más precisamente de lo que fue la Monomarca Dodge 1.500. El piloto nacido en Juan Bautista Alberdi fue protagonista durante muchos años en la disciplina.
– ¿Por qué el automovilismo?
– Me gustó desde siempre. Me acuerdo que, cuando era muy chico, mi papá me llevó a ver pasar por la ruta un gran premio, en el que corrían las suecas, que eran sensación en ese momento. Después mi papa murió, pero yo seguí con las ganas. Con el tiempo, un amigo de él me contó que había sido socio fundador y presidente del Auto Club Alberdi y que dedicó parte de su vida al automovilismo. De ahí seguro heredé el gusto por el deporte.
– ¿Cuándo comenzás?
– Mi primera carrera fue en 1974, con un Fiat 600, en el Gran Premio Marlboro, a toda montaña. Así se llamaba. Era una trepada desde Alberdi a Escaba. Después corrí también con un Fiat 128 y luego ya vino la etapa de la Monomarca.
– ¿Cómo entrás en la Monomarca?
– Éramos un grupo que nos reuníamos en una oficina que tenía Antonio Berral en su taller. Ahí se comenzó a gestar la categoría. Yo comencé desde la primera carrera.
– ¿Quién te hacía el auto?
– En la primera carrera mandamos, junto con el “Tano” Basile, el motor a Buenos Aires. Pero no andaba nada. Fue ahí que comencé con el “Gordo” Fernando Cadiñanos (con él, en fotos de esa época y actual). Después tuve varios preparadores.
– ¿Cómo vivías las carreras?
– Disfrutaba, tanto dentro como fuera de las pistas. Si bien tuve resultados buenos, yo disfrutaba fuera cual fuera el resultado. Me gustaba estar en pista.
– ¿Nunca un disgusto?
– Varios, pero propios del automovilismo. Me acuerdo una con el “turco” Jorge Seleme, de Catamarca, en el autódromo salteño. En la serie él dobló por afuera en la última curva y yo lo dejé entrar y me ganó el puesto. En la final nos juntamos de nuevo y él iba por dentro, me tocé y me sacó. Cuando terminó la carrera, tenía una calentura que lo fui a buscar y decirle de todo, pero al rato me pasó. La cosa quedó ahí.
– ¿Qué fue para vos la Monomarca?
– Además de una hermosa categoría, lo que más me gustó que formamos un grupo humano espectacular. Cuando la categoría comienza, viajábamos a otras provincias, y estaba pagado el hotel. Así que estábamos todos juntos. A veces nos íbamos un par de días antes, la pasábamos muy bien. Es más, puedo decir que todavía la pasamos muy bien, porque nos reunimos periódicamente.