El adiós a “Cacho” Amante

“Un pionero que sabe de luchas” fue el título que se le dio a la última entrevista que concedió Raúl Humberto “Cacho” Amante y que publicó el diario La Gaceta. Quien fuera piloto (primer ganador de la categoría autocross) y también preparador en su taller de Juan José Paso al 200, falleció en la noche del martes 11, a los 64 años.

Amante hizo historia cuando en 1980, en Campo Norte, se adjudicó la primera carrera de autocross. Fue un gran luchador, que vivió lindas y malas experiencia; entre estas últimas se cuentan los siete ACV que sufrió y que afectaron notoriamente su salud.

“Cacho” corrió unos cinco años, mayormente en el autocross. También estuvo en Monomarca, en tres carreras. En esta última categoría compitió hasta que se dio un golpe en Salta: el cable del acelerador estaba suelto, cayó sobre el escape, se derritió el plástico y se clavó. Volvió a armar el coche, pero ya no corrió más; lo terminó vendiendo a una gente de Marcos Juárez (Córdoba).

A continuación, reproducimos el reportaje completo publicado en La Gaceta…

– ¿Qué recuerda de sus inicios?

– Eran tiempos muy lindos. En la primera carrera me acompañó Antonio Jiménez, que era un vecino que vivía frente de mi casa. Siempre me colaboraba en el armado del auto, aunque nunca había hecho automovilismo. Además, yo tenía una barra de vendedores ambulantes que iban a las carreras. Eran todos vecinos de la zona donde estaba el taller.

– ¿Y qué hay del auto?

– Lo armé yo desde el principio. Compré un De Carlo del ‘61, auto de origen alemán de la marca DKW, y lo desarmé. Juan Rotondo me prestó libros y viendo en ellos es que hice el coche. El mío fue el primero que salió a la calle. Llevaba mecánica del ‘Pato’ Díaz, que era otro vecino, que tenía experiencia en automovilismo deportivo. Él era especialista en los De Carlo. Recuerdo el día que arrancamos el motor de 600cc. Fue muy lindo.

– ¿Cómo vivió el tiempo de la construcción?

– Con ansiedad. Me llevó unos seis meses armando al coche, mientras Díaz preparaba el motor. Quienes iban al taller se llenaban de curiosidad por cómo iba quedando: era una telaraña de hierros, puestos al aire libre. No tenía puertas ni ventanas. Al auto lo armamos para que ande en el barro. De hecho, las primeras carreras se hicieron en terrenos así.

– ¿Cómo fue la primera carrera?

– Se hizo en Campo Norte en noviembre de 1986 y la gané. Fue tremendo. Había 14 máquinas esa vez. Después la cantidad se duplicó. El triunfo fue de punta a punta, antes había vencido en una de las series. Los rivales eran Juan Rotondo, Guillermo Aparicio, Hugo Ruiz, ‘Faly’ Torres. ¿El público? ¡Una multitud! 

– ¿Y cómo siguió la historia?

– Las siguientes pruebas se hicieron alrededor y arriba de la chimenea que está al lado del lago de El Cadillal. ‘Quico’ Guillén fue uno de los navegantes que más me acompañaron. Corrimos por todos lados. Después de la temporada inicial, el primer campeonato fue de cuatro fechas y yo gané tres. En la primera me pegaron un bombazo y volqué, recuerdo que estaba liderando.

– Fue piloto, pero también preparador…

– Sí, preparé autos para otros pilotos. Recuerdo trabajos de carrocería para Rubén Cayetano Salim, ‘Cacho’ Chico. Anduve muchos años con Montenegro. Tras el cierre del autódromo en el ‘76, el automovilismo de pista se paró en Tucumán. Y hubo quienes pensaron armar categorías para andar en otras superficies. Íbamos a correr a Salta y a Jujuy. Éramos muy unidos con Aparicio, con el ‘Gordo’ Rosales. Con Juan Rotondo tuvimos una relación especial. Nos ayudábamos, pero en carrera éramos rivales.

– ¿Hay alguna carrera que recuerde especialmente?

– Sí, un rally de El Cadillal a Ticucho, en el que nos pusimos a comer mandarinas con mi acompañante. Yo iba ganando fácil. Corrían el “Loco” Caram, “Lalo” Olaz. A un kilómetro de llegar se rompió el auto. Pude seguir, pero llegué tercero, casi empujando al coche. Después reclasificaron y terminé primero, por una décima.

– ¿Abona la idea de que todo tiempo pasado fue mejor?

– A mis años como piloto los vivía con intensidad, en armonía. Era salir al campo, a cualquier sitio con la familia, se armaban fiestas. Iba con mi mujer, Rosa, mis hijas. Siempre valoro la ayuda familiar que tuve. Hoy veo un poco de automovilismo, no mucho porque no me quiero entusiasmar. Lo sigo a Lucas Mohamed, fui colaborador de su papá, “Lito”. También hice una linda amistad con “Tin” Noguera, todo un personaje.

 

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