
El final de la temporada 2002 del APTC 850 encontró a Lucas Mohamed como un campeón demoledor. El yerbabuenense, que estaba próximo a iniciar su etapa en el Turismo Nacional, corrió en la categoría de los “fititos” con la idea de mantenerse en ritmo. Y terminó por imponer un claro dominio ante sus rivales. Dos de los más encumbrados fueron Justín Sánchez y Marcelo Chediac.
El Fiat 600 pintado de negro de Lucas corrió las nueve fechas del campeonato sin que la máquina tuviera problemas. Ganó cinco carreras, en una fue segundo y en las dos restantes ocupó el último escalón del podio.
“Esto fue el resultado del trabajo que con mi papá hacemos en el taller. La supremacía y los éxitos no son casualidad. Estoy muy orgulloso del auto que armamos y desarrollamos”, dijo en su momento Mohamed.