Solís, parte 1: sus inicios

Oscar Solís es un gran piloto salteño, que ganó tanto carreras como campeonatos en todas las categoría en las que participó. Hoy vive en su Rosario de la Frontera natal, con su señora Mabel. Tiene tres hijos: Oscar Pablo, Juliana, Nicolás; sus nietos son Pilar, Felipe, Octavio, Sara y Luján.

Uno de los grandes desempeños de Oscar lo logró en el motocross, categoría en la dejó bien sentado el prestigio del norte del país. Fue figura en lo que fue la mejor categoría del norte, en la cual ganó una gran cantidad de carreras y logró tres títulos.

Nos comunicamos con él para que nos cuente su historia de vida. Obtuvimos un relato que da para escribir un libro, por la cantidad de carreras en las que participó, las categorías y las anécdotas que sumó. A sus dichos más importante los concentraremos en dos entregas, para la gente conozca lo mucho e importante que hizo.

“Comienzo en karting en 1966, a los seis años. Venía un parque de diversiones a Rosario, se llamaba “Chalita Park” que tenía karting. Ahí dimos unas vueltas y después mi papá nos armó unos karts para Osvaldo y para mí. Comenzamos andando en una pista que hicimos en la finca de mi abuelo. Alguien en ese momento dijo ‘a estos chicos hay que hacerlos correr’. Así comenzamos. Primero en Rosario y después nos fuimos a correr en Tucumán en el club Argentinos del Norte, donde había muy buenos pilotos como ‘Dito’ y Orlando Flores, el santiagueño Toscano. Al principio no hubo problemas, porque éramos dos pequeños de siete y nueve años, pero cuando empezamos a andar adelante, nos pusieron kilos (unos lastres de cemento que sacaron de las tribunas). Aun así andábamos bien, por supuesto que Osvaldo andaba mejor por los dos años de diferencia conmigo, que a esa edad es mucho”.

“Así empezamos a correr y a ganar en todos lados. Después nos llevaron a hacer una exhibición en Salta, porque la gente no nos conocía. Luego se hizo un par de circuito. En la última temporada ganamos Osvaldo, en la categoría con caja, y yo en directos y fui segundo en la con caja y Osvaldo segundo en directos. Ganamos todo. Después quisimos seguir corriendo, pero en Tucumán nos cuestionaron la edad. Fue una vergüenza, ya teníamos como nueve campeonatos entre los dos. En una carrera en Jujuy, la gente veía que no bajábamos los karts y preguntaron. Les dijimos que no nos dejaban correr por la edad. No sabés el lío que hicieron. Por eso dejamos de correr. Fue duro, pero fue así. Estábamos en el medio, en Salta no nos conocían y en Tucumán no nos querían. Pese a todo, fueron años hermosos”.

“En el motocross comienzo porque una vez hubi una exhibición de motocross en Rosario, donde estaba el equipo oficial Gilera, con “Pichi” Carrasquedo, Claudio y Alejandro Pesce. Ahí prendió el motocross en la ciudad y varios empezaron a correr. Cuando salíamos de trabajar, yo con una Zanella los acompañaba y les alumbraba en camino para que ellos prueben. Hasta que un día me pregunté ¿por qué no puedo correr yo? Me armé una moto con un cuadro DKW y un motor que me prestaron y ahí corrí mi primera carrera a los 16 años. Luego se metió mi papá y me dijo ‘si vas a correr, corré bien’ y comenzó a prepararme la moto. En un viaje a Buenos Aires con Alfredo Olmedo, fueron a verlo a Pesce y me compraron un cuadro, porque esa moto venía con motor Bultaco y aquí no se permitía, así que pusimos el motor nosotros. Esa fue la famosa 7UP, porque estaba pintada de verde como la gaseosa. Con esa moto fui a correr en Bariloche por el Argentino en la categoría promocional. Gané dos series y en la última se me rompió el motor y ganó Mario Muñoz; yo quedé segundo”.

“En esa época apareció el motor Surumpio y Zanella me regaló uno. Así, con algunos elementos que el “Turco” Escandar había traído de España, entre los que había un escape con silenciador, armamos esa moto, a la cual bautizaron ‘la muda’, porque no hacía ruido, fue la primera con silenciador. Los puntales míos eran mi papá, que hacía toda la mecánica junto con Osvaldo, que me apoyaba en todo, porque a él no le gustó el motocross. Corría el Campeonato Argentino y el del NOA. También hice una carrera internacional en Santa Fe (Franck), donde salí sexto detrás de los cinco mejores del país, lo que me valió el reconocimiento de la revista Solo Moto, como la revelación. Ahí me entusiasmé y quise seguir corriendo a ese nivel. Entonces mi ‘viejo’ me compra una KTM y también un equipo de indumentaria, que en ese momento no se conseguía. Ese equipo tenía mucha protección, era con rodilleras incorporadas. Tenía que correr en Buenos Aires y mi mamá (pobre) me dijo ‘por qué no dejas el equipo nuevo para estrenarlo la semana que viene aquí en Rosario’. En esa carrera, en una caída, se me rompió y se salió la rodillera, luego un piloto se cae y yo no lo puedo esquivar. Ahí se me metió el caño de escape en la rodilla; si estaba con el equipo nuevo no me pasaba. Volví después de tres meses, pero la rodilla no me aguantaba. Mi última carrera fue en La Hoya en Tucumán, donde nos nombran a ‘Albertito’ Gómez y a mí, representantes del NOA en un Sudamericano en Chile. Pero renuncié, porque no podía seguir corriendo.

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