‘Coyuyo’ Carrizo, historia vigente

En un cálculo a groso modo, tiene más de 1.000 carreras corridas. Y sigue contando. Es que actualmente Hugo Eduardo Carrizo, con sus 63 años, sigue transitando las pistas de motocross como hace más de 30 años. Y lo hace con las mismas ganas y el entusiasmo de siempre.

Nacido en Concepción el 31 de diciembre de 1957, Hugo tiene dos hijas: Dalma y Anabela.

“Desde chico comencé a acompañar a un amigo del barrio a las carreras de motos en circuitos de tierra. Había uno de aquí cerca de Concepción que se llamaba Los Vega. Venían muchos pilotos y preparadores buenos, me acuerdo de ‘Lito’ Mohamed, por ejemplo. Ya en los años 70 comencé a ir a ver carreras de motocross”, comenzó contando el piloto acerca de sus primeros pasos en la actividad.

Luego, lo de él fue un intenso e interesante monólogo…

“Comencé a correr en una prueba en Aguilares. Eran carreras callejeras. Me acuerdo que lo hice con otro nombre, a mi papá no le gustaba que corriera. Los hacíamos en todos los pueblos, mi moto era una Zanella cuatro marchas.

A mi primera moto de cross la compré en el año 80. Fue una Suzuki, que adquirí en Castillo, con la que hacia carreras de velocidad en circuitos de tierra. Después acompañaba a un amigo, Hugo Jatib, con quien ya me metí en el motocross. Creo que fue año 83 y mi preparador hasta el día de hoy es Daniel de la Fuente. A las suspensiones las hacía en Córdoba.

En esa época no había mucho motocross en Tucumán, se hacía más enduro. Me acuerdo de los hermanos Alberto y Oscar Iramain, de Mambrini, de Juan Lonac. Hice una carrera en Tafí del Valle, donde gané, segundo salió Arturo Cuello y tercero Martín Perea. Corrí algunas del enduro, pero a mí me gustaba el motocross.

Ya en el cross de esa época tuve la suerte de estar en una carrera en Orán a la par de Alberto Gómez. Después hice un Argentino en La Hoya, donde corrí con grandes figuras como Marcelo Regunaschi, Claudio Pesce, Nicolás Salzman. Y también estaba Gómez.

Después vino una época en la que le facilité mi moto a Alejandro Guillén para que corra. Era una Yamaha. Entonces comencé a viajar con él y con su padre “El Pelado”. Anduvimos por todo el país, hasta el día de hoy en muchos lugares se acuerdan de él. Me acuerdo que entrenábamos y trabajábamos para que saliera campeón, anduvimos mucho tiempo hasta que se retiró.

Desde que comencé hasta hoy no paré nunca. Debo tener más de 600 trofeos, muchos los regalé a amigos y gente que me los pedía. Viajaba solo, después lo hice con el ingeniero Enrique García, a quien le agradezco muchísimo, porque en una época me llevaba desinteresadamente a los circuitos. Luego empecé a hacerlo con mis hijas, actualmente voy a las competencias con la menor.

Por los 90 comencé a enseñar y a preparar pilotos. Los tuve como alumnos a Emanuel y a Luis, los hijos del por aquel entonces gobernador de Tucumán, “Palito” Ortega. Después vinieron varios más, les enseñaba cómo andar dentro y también cómo debían comportarse fuera de la pista, con mucho respeto. Eso para mí siempre fue lo más importante y fue lo que me dio tantos amigos.

Lo fundamental para estar vigente, es el estado físico. Nunca tomé alcohol, nunca fumé, siempre consumí comidas sanas. Antes la gimnasia era salir a correr, hoy hay más gimnasio, natación. Siempre estoy haciendo actividades para mantenerme bien, no hay otro secreto, cuidarse.

Mis ídolos fueron Nicolás Salzman y Marcelo Regunaschi, con quienes tuve la suerte de correr. Hoy somos amigos y seguimos en contacto.

Los tiempos van cambiando. Antes hubo una época en que llegabas a un circuito y no sabías quién iba a ganar la carrera. Había muchos pilotos de primer nivel, que venían de varias provincias. Hoy son dos o tres los que van bien y siempre ganan los mismos. En aquella época se corrían tres mangas de 25 minutos más dos vueltas y tenías que tener el mismo ritmo desde el principio al final para poder estar entre los de adelante. Las motos eran originales. Los viajes eran difíciles, por lo vehículos que teníamos. ¿Sabés lo que era volver de una carrera a 80 kilómetros? No llegabas nunca, hoy todo eso es más fácil.

Corrí en campeonatos argentinos en los que, en la  categoría, había 100 motos y largaban 40. Ya clasificar era importante, imagínense que el repechaje era con 40 motos y clasificaba uno o dos, sino te volvías a casa el sábado. Ahí aprendí muchas cosas y, sobre todo, a manejar la cabeza, porque te hacían de todo y vos tenías que estar preparado. Muchos querían entrar a cualquier precio.

En la actualidad estoy corriendo el campeonato del NOA que organiza Sebastián Troncoso, a quien siempre le estaré agradecido por las manos que me da. Lo hago en la categoría MX3B y mi idea es siempre ir a divertirme. Pero cuando estoy arriba de la moto sólo pienso en hacer podio. Corro siempre dentro de mis límites, por eso es que no tengo muchos golpes.

La situación hoy es difícil, trato de mantenerme en forma. Hago entre 30 y 50 kilómetros después del mediodía, y a la noche voy al gimnasio a hacer kickboxing y trato de todos los días hablar por teléfono con algún amigo. Eso me mantiene bien.

Hugo “Coyuyo” Carrizo paseó por todas las pistas del país y en cada una consiguió, con su humildad y su forma de ser, amigos. Esos que hoy siguen estando con él. Seguramente serán muchos más los circuitos que lo tendrán corriendo.

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