
Este es un texto publicado por la Revista Automundo, hace 47 años. Habla de cuando Tucumán fue el sitio de largada del Gran Premio Internacional de Turismo de 1970. Lo tiuló ‘Una semana en el Norte’. Cada uno de los párrafos está cargada de nostalgia; cada uno de los párrafos resulta una invitación a la lectura, imperdible.
“Esta no será una carrera de velocidad, sino de hermandad.” Con su característica verborragia, el doctor César Carman, presidente del ACA, plasmó en esta figura literaria el sentido que la entidad ambiciona dar al Gran Premio Internacional de Turismo 1970. El recorrido iba más allá de nuestras fronteras: transitará por caminos de Bolivia y Paraguay y estuvo abierta a los automóviles importados.
El diagrama del Gran Premio estaba dividido en cuatro etapas, entre el 21 y el 27 de septiembre. El total del recorrido fue de 3.776 Kilómetros y daba comienzo en Tucumán.
Largada a la luz de la luna tucumana
Sobre un camino de tierra, a espaldas de Santa Lucía y a 8 kilómetros de Acheral, se montó una tarima, se pusieron los cárteles alusivos y todo estuvo listo. A las tres de la mañana, la procesión de gente del pueblo, arrastrando sus ojotas sobre el polvo, se dirigió a la cita.
El ACA ponía en marcha su engranaje anual. Esta vez, capricho o meditación, el comienzo se decretó a las seis de la mañana. Fue José Migliore el primero en protestar con sus escapes contra la “lunita tucumana” y perderse en el polvo de la recta inicial rumbo a Tarija.
Las tres cuartas partes del contingente en las dos clases tomó ritmo de carrera antes de que cantara el gallo.
Los pobladores de Santa Lucía, encaramados en el palco oficial, aferrados contra el alambre de contención, especulaban y recordaban: “mire niño, yo jamás toqué un volante, pero esto de las carreras me gusta. Ayer mismo me di un porrazo cuando en mi bicicleta quise venir a mirar cómo armaban el palco”, decía don Francisco Castillo, con 55 años a cuesta.
Representa, quizás, el modus vivendi, el sentir de los mayores tucumanos, afincados en el campo allende los ingenios. “Esta es la segunda vez que pasa por aquí un GP. Yo me acuerdo muy bien de las suecas. ¡Qué volantes! Ahora me gusta Canedo. Mi ‘chango’, que sabe de estas cosas, me dijo que se van a dar con todo él y los de Peugeot.”
El automovilismo tiene esos misterios: su magia alcanza para desvelar trabajadores y hacer soñar con las peripecias de un montañista, que antes de partir pensaba sólo en la carrera, ignorando que a veinte metros suyo, don Castillo, un admirador, cantaba loas sobre sus virtudes conductivas en el oído de doña Haydee Moreno Aguilar, de 60 años.
Ella aprovechó la ocasión para hacer unos pesos. Su yerno le instaló un puesto de quesillos y venta de coñac ¡para alegrar el alma, changuito!’ “Como me gustaron las suecas, quise venir a ver qué pasaba con esta chica, ¿cómo es que se llama? Ah, sí, la Dora Bavio”. Le voy a ser sincera, joven. Si yo hubiera tenido plata o los medios de sacudirme el cañaveral hubiera sido corredora”.
Sobieslaw Zasada avanzaba en el derrotero con la misma naturalidad con que, enfundado en su campera de nailon, esperó la partida. Parecía un empleado de oficina vestido de sport. Hizo relaciones públicas, le pasó el plumero al impecable interior de su BMW 2002 y asombró a los lugareños farfullando en su idioma natal. Con detalles de plástico por todas partes, el BMW no llevaba repuestos en los asientos traseros. Todo se guardó en el baúl. Zasada y su barbado acompañante se acomodaron en las butacas tipo aviación y partieron raudos a mezclarse en la tensión de otros duelos que pudieron ser memorables.
Cañedo, Migliore, Castañón y Mayorga lucharon en los tramos iniciales. Para ellos no importaba el polvo, la noche, las piedras, el precipicio.
¿Mil de kilómetros de montaña? Y… para empezar está bien.
La frase bien podría pertenecer a Rodríguez Canedo. Sus claras preferencias por el sinuoso y su bien ganada fama de montañista avalan la presunción. Sin embargo, la realidad, fue muy distinta. En Tarija (Bolivia) un desconocido Rodríguez Canedo, encerraba en apenas cinco palabras lo que podía ser el resumen de la primera etapa de esta singular Gran Premio diagramado por el ACA. “Esto es cosa de locos”. Los numerosos accidentes y un porcentaje cercano al cincuenta por ciento son testimonios elocuentes al respecto.
Después de varios días la carrera terminó en Paraná (Entre Ríos) y los tucumanos lo disfrutamos en su tramo inicial.
En las fotos podemos ver la largada en Tucumán y algunos de los protagonistas de la carrera, como Rubén Di Palma, Gastón Perkins, “Cocho” López, Sobieslaw Zasada, Dora Bavio, además algunas postales por donde pasó la carrera.