
“Tucumán volvió por sus fueros”. Ese era el título de la nota acerca de una carrera de 1969, en la que en un párrafo, ya se hablaba de la construcción de un autódromo en Tucumán.
En el texto podía leerse:
“¡Espléndido!, ¡admirable!, ¡estupendo!”, los dirigentes tucumanos no podían dejar de asombrarse. En el ‘Jardín de la República’ había vuelto a florecer el automovilismo. Además, lo había hecho de tal manera que su fragancia se expandió por todo el norte argentino, atrayendo a una multitud que superaba los cálculos más optimistas. Eran flores tuercas, por ende, con profundas raíces en la tradición de la provincia. Capaces de llegar a todos lados, incluidas las más altas esferas. De allí que su repercusión en labios de los funcionarios provinciales, que afirmaron estar dispuestos a construir en breve un autódromo que esté en concordancia con los méritos de los tuercas lugareños, era el eco lógico al éxito obtenido. La Comisión Interclubes de Tucumán organizó la II Vuelta del Circuito de El Cadillal, prueba con puntaje para el Campeonato Zonal del Noroeste. Un trazado de 10.100 kilómetros, con tramos de asfalto, ripio y tierra compactada, recorrieron los competidores.
La fiesta se inició con la clase A, donde un Fiat 850, muy bien conducido por el tucumano Humberto Matarrese, cruzó victorioso la meta. Un peligroso adversario, el salteño Sergio Gallo, debió claudicar en la primera vuelta, mientras el jujeño Milton Vargas rompió parabrisas, también en los giros iniciales. Escoltando al puntero llegó el DKW de Dardo Mendia.”
Luego de la carrera de menor cilindrada, se llevó a cabo una Standard. Resultó la más numerosa en cuanto al lote de participantes y, también, donde se registraron más abandonos. Un pequeño Fiat 600 se adueñó de la punta a pocos minutos de haber largado. Conducido por Reynaldo Bravo, mantuvo su posición de líder hasta el final.
Los coches de clase B, hasta 2.000 cc, se encargaron de cerrar el espectáculo.
Aquí, Boni Blasco, el tucumano que en 1969 cosecha victorias en cuanta carrera participa, volvió a ser el vencedor. Pedro Parra y Miguel Ángel Carretero, los rivales de mayor riesgo, lo escoltaron. Durante el desarrollo de la competencia, también se destacó Emilio Alonso, que punteó en las primeras vueltas hasta que fallas mecánicas lo obligaron a claudicar.”
Un tucumano en la clase A, dos en Standard y tres en la “B” dejó como histórico saldo la Vuelta de El Cadillal, en Tucumán. Era indudable que el automovilismo del lugar no había marchitado. El jardín volvió a florecer.