Papá, ese motor rugiente que enciende nuestras vidas

Un Día del Padre para quienes aman los deportes mecánicos es la extensión de la celebración de una pasión que se vive todo el año. ¡Si habrá historias de padres e hijos vividas en las rutas, a la vera de los caminos, en las tribunas de un autódromo, en el fragor del trabajo de un taller! Cuánto se transmitió de generación en generación aquello de amar a los “fierros”, de sentir la adrenalina de un motor encendido o puesto a máxima aceleración. Cuántos secretos anidan en los genes, qué legados quedarán, cómo seguirá la historia entre tanta pieza para armar.

Tucumán tiene una larguísima historia de papás que pasaron a sus hijos la locura por los motores, tanto en la conducción de un vehículo, como en su armado. También están los que por simple y visceral fanatismo llegaron a “contagiar” eso que se siente. 

Motorplus Tucumán, en la imagen y en el texto que acompaña a esta nota, apenas si resume una porción de las miles de historias, escritas en dos y en cuatro ruedas a lo largo de los tiempos.

Estuvieron y están los Rotondo, los Humbert, los Mohamed, los Pintos, los Urueña, los Ortega, los Azancot, los Bustos, los Chincarini, los Collado, los Crespo, los García Hamilton, los Moraiz, los Moreira, los Olaz, los Reginato, los Reinoso, los Acotto, los Lange, los Salim, los Caram, los Posse, los Distaulo, los Bustos. Son muchos apellidos, hay muchísimos más.

Para todos, que el Día del Padre se traduzca en un gracias muy grande para quien supo llevarlos a un mundo de adrenalina pura. Y para aquellos ya no los tengan, vaya el recuerdo más puro para quien les marcó el camino. ¡Un abrazo en quinta a fondo!

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