
Llegó bien entrada la noche del jueves al vivac en Tinogasta a duras penas. Su equipo empezó inmediatamente a revisar su cuatriciclo. Ya en la madrugada del viernes, llegó el diagnóstico: las altas temperaturas en el motor del vehículo doblaron una válvula. Fue la sentencia definitiva para la participación de Miguel Reginato (h) en el Desafío Ruta 40 2015. Su papá, Miguel (ambos en la foto de archivo), había dejado la competencia el martes.
Reginato, que había logrado hacer más de la mitad de la etapa del jueves, y que estaba clasificado 18°, terminó abandonando una prueba que tuvo muchos claroscuros para él. Ya en el primer día tuvo una muestra de la dureza de la prueba, al sufrir un vuelco y luego ser atropellado en plena competencia por un piloto de la categoría Autos.
“Mi principal objetivo era adquirir más experiencia para encarar en 2017 el Rally Dakar. Pero el medio mecánico no me lo permitió. En la tercera etapa sufrí más de la cuenta. Llegué a plantearme qué estaba haciendo. No la estaba pasando bien, la temperatura del motor se iba a las nubes, cada vez que enfrentaba una duna, el ‘cuatri’ se enterraba y se paraba el motor. Eso no me pasó una vez, sino un montón de veces. Sentía que me faltaban las fuerzas para seguir, las sacaba de no sé dónde, pero bueno, a veces no alcanza con la voluntad”, contó “Miguelito” a Motorplus Tucumán.
El hecho es que, con el ‘cuatro’ fallando todo el tiempo, llegó igual al campamento. Lo mecánico fue letal con él y lo llevó a despedirse antes de tiempo.
“Quiero agradecer a todos los que se preocuparon por nosotros -mi papá y yo- en estos días. La competencia no fue fácil, el primer día nos chocaron a los dos en carrera y salimos sanos de casualidad. Al final se me complicó bastante, es una pena, quería terminar esta carrera, pero los ‘fierros’ a veces tienen una respuesta dura. Esta vez dijeron basta”, contó “Miguelito” con amargura, aunque entero mentalmente.