
Pablo Morán vivirá desde primera hora del viernes 24 de abril una experiencia inédita en su vida: participar de un espectáculo en el cual él, con su Ford Ka de la clase RC5 del certamen Argentino, acelerará a la par de máquinas de los campeonatos Mundial y Sudamericano.
– ¿Estás ansioso, nervioso o expectante?
– ¡Las tres cosas juntas! Jaja. Esto es tremendo. El año pasado estaba como espectador de esta carrera, y hoy formo parte de ella. Y aunque seamos un relleno, daremos show como categoría.
– ¿Cómo viviste la previa de la competencia?
– Fue tremendo. Por suerte descansamos el jueves, porque sino nos hubiéramos vuelto locos. En las jornadas anteriores pasamos muchas horas sobre el auto haciendo la hoja de ruta, y los tramos que recorridos fueron extensos. Me dormía, le decía a Pablo González (su navegante) cualquier cosa, llegábamos al alojamiento fundidos. Pasa que no estamos acostumbrados a tanta exigencia, ni ahí.
– ¿Y creés que en la carrera será igual?
– Es más que probable. Pienso que los primeros 16 kilómetros del tramo Agua de Oro-Ascochinga, que tiene casi 52, van a ser el gran filtro de la competencia, porque el terreno está hecho pedazos. Después mejora, es rápido, normal diría.
– ¿Y qué hay del auto?
– Está en perfectas condiciones, mejor que nunca diría. Resolvimos un problema de carburación que arrastraba y se le cambiaron varias piezas.
– ¿Pensás que hay que ser muy temerario para salir a correr después de los “monstruos”?
– Y, un poco sí. Cada vez que nos toca pasar a nosotros los caminos están dados vuelta, con huellas y tierra suelta. Y nosotros vamos con un autito chiquito, pero batallador.
– Comenzás la carrera como segundo en el certamen de la división menor. ¿Está de más preguntarte qué planes tenés?
– No, para nada. Primero, quiero llegar; si hago podio no me voy a sentir mal. Y si puedo, voy a tirarme a ganar. Que es lo que todos queremos, sobre todo en un desafío como este.



