
Nombrar a Carlos Alberto Pairetti, fallecido este lunes 26 de septiembre, es citar a un verdadero personaje del automovilismo. Cumplió varios roles, a lomo de un bien ganado prestigio como piloto ganador y campeón. Tucumán lo vio en sus distintas facetas, y también lo idolatró en tiempos en los que este deporte despertaba pasiones.
“Yo soy… ¿cómo puedo decir? Yo soy la velocidad. Me gusta ganar; ganar contra viento y marea. En cualquier competencia esgrimo un solo principio: ganar o romper el coche. No hay término medio: salgo de entrada en punta y no la dejo hasta recibir la copa”, dijo en una entrevista de hace más de 50 años. Una autodefinición que quedó plasmada en sus numerosas conquistas. Fue un corredor de estilo aguerrido, combativo y versátil, que se ganó el corazón de todos.
Desde siempre se lo aceptó entre los grandes del automovilismo nacional. Era dueño de una simpática personalidad: histriónico, amigo, se lo podría definir como un showman. Entre sus muchas actividades, incluso llegó al cine: en 1972 fue actor principal en Piloto de pruebas, compartiendo cartelera con Ricardo Bauleo y Gilda Lousek. Y también estuvo en Siempre te amaré, con Sandro.
Apodado “Il Matto” (“El Loco” en italiano) ganó muchísimas carreras y fue campeón de Turismo Carretera con el “Trueno Naranja”.
Aunque se lo considera uno de los grandes pilotos surgidos oriundos de la localidad bonaerense de Arrecifes (tradición que se agranda con nombres como los de Ángel Lo Valvo, José Froilán González, Néstor García Veiga, Rubén Luis Di Palma y Carlos Marincovich, a quienes después siguieron muchos más), en realidad nació en Estación Clusellas (norte de Santa Fe) el 17 de octubre de 1935. Adoptó a Arrecifes como su lugar desde los siete años, ya que de esa ciudad era oriunda su mamá.
Debutó en TC el 25 de marzo de 1962 con una Cupé Chevrolet y ya al año siguiente se convirtió en ganador de la Vuelta de Mar del Plata. Fue en Córdoba donde consiguió sus victorias más resonantes: en 1965 lo logró con un Volvo en Villa Carlos Paz y en 1968 consiguió la primera conquista del revolucionario “Trueno Naranja”, en el “Oscar Cabalén” de Alta Gracia. A esa altura, los fanáticos de Chevrolet comenzaron a idolatrarlo. Ese año salió campeón.
Pairetti se mantuvo activo en competencia entre 1962 y 1978, logrando 22 victorias. Fue piloto oficial Chevrolet y posteriormente de Ford, algo que era difícil en la época, a partir de la eterna rivalidad de marcas.
Corrió en TC, en Turismo, Mecánica Argentina Fórmula 1, fue a la Formula Indy en Estados Unidos y hasta creó una categoría: el Club Argentino de Pilotos, que reunía a los Datsun y a los Nissan. Fue reconocido su paso por la F3 Europea e Indy Car en Rafaelaen 1966. Incluso, corrió en el Mundial de Marcas de Sport Prototipo (con Ferrari y Alfa Romeo).
Pairetti, en los últimos meses, enfrentó diversos inconvenientes de salud, como un ACV, del que pudo recuperarse. Recientemente fue derivado de Arrecifes a Pergamino, ya que había sufrido una complicación pulmonar y cardíaca.