
Autódromo “Nasif Estéfano”, 1999. En un gran esfuerzo hecho por los dirigentes de esa época, se presentaba el Turismo Nacional (TN) con sus Clases 2 y 3. Cómo olvidarnos de tremendas carreras, en las que los tucumanos experimentábamos diferentes sentimientos.
Uno de esas sensaciones se vivieron en la carrera de la C-2, en la que en la curva uno, después de la largada, veíamos cómo el Fiat Palio de Lucas Mohamed, después de un espectacular vuelo, terminó varios metros fuera de pista totalmente destruido. Nos asustamos y mucho, pero afortunadamente semejante accidente fue sin consecuencias para el piloto de Yerba Buena.
Cuando todavía pensábamos en el accidente, llegó la final de la C-3, en la que Marcelo Chediac era el tucumano mejor clasificado y largaba en el puesto 11. En una división como esa, largar desde ese lugar y ganar era algo realmente difícil. Todos esperábamos ver hasta donde podía llegar Marcelo, en medio de tan buen nivel de pilotos.
Largaron la competencia y se fueron sucediendo los hechos. Entre algunos abandonos y algunos sobrepasos, los pilotos ingresaron en la última vuelta. Chediac estaba pegado a Yannantuoni, la euforia era total. Así viajaron, incluso faltando dos curvas. Y fue entonces en que, con una maniobra muy ajustada, el tucumano puso el auto por adentro y encaró primero la última curva. Todos nos quedamos sin respiración, hasta que bajaron la bandera a cuadros, con los dos autos prácticamente juntos. Recién recuperamos el aliento cuando vimos que el VW Gol amarillo pasaba adelante.
Desde ese momento se desató la euforia por el triunfo, de un tucumano en una categoría nacional, en el mismísimo “Nasif Estefano”. Entonces, nada sabíamos de que iba a ser el último festejo en ese circuito.
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