
Fue el 13 de noviembre de 1988 un día que quedó grabado en la memoria de los fanáticos del automovilismo que se habían llegado hasta el autódromo “Nasif Estéfano”. Aquella vez, sufría un fatal accidente el piloto de Rosario de la Frontera, Osvaldo Solís, quien a raíz de las heridas recibidas falleció.
Después de algunas vueltas, Osvaldo estaba primero con su auto de la categoría Monomarca, defendiendo la posición de Mario Berral, que en ese momento se ubicaba segundo. Según las crónicas de la época, aparentemente hubo un toque en el trayecto anterior al mixto. Ls autos en ese sector estaban circulando a una velocidad en el orden de los 175 kilómetros por hora. El auto del corredor salteño salió despedido contra el guardrail tras hacer un semi trompo y pegó contra la punta de la protección cubierta por algunos neumáticos. El impacto fue durísimo, retumbando como una explosión en todo el circuito.
Luego del trágico hecho, la Federación Tucumana del Automovilismo Deportivo resolvió dar por concluida la temporada, resolviendo otorgar el subcampeonato de la Monomarca post-morten a Solís.
A raíz del accidente, el Concejo Deliberante de la Municipalidad de San Miguel de Tucumán decidió clausurar el autódromo.